CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 181
un cinco de corazones negro. En esos dos casos,
como en todos los experimentos psicológicos similares, la efectividad de la demostración
depende de si se analiza
de ese modo o no. A menos que
exista un patrón externo con respecto al que pueda demostrarse un cambio de visión, no
podrá sacarse ninguna conclusión sobre
posibilidades alternativas
de percepción.
Sin embargo, sin observación científica la
situación es exactamente la inversa. El
científico no
puede tener ningún recurso por encima o más allá de lo que ve con sus ojos y sus
instrumentos.
Si hubiera alguna autoridad más elevada, recurriendo a la cual pudiera demostrarse
que su visión había
cambiado, esa autoridad se convertiría ella misma en la fuente de ese dato y
el comportamiento de su visión podría
convertirse en
fuente de problemas (como lo es para el psicólogo la del sujeto experimental). Se
presentarían los mismos
tipos de problemas si el científico
avanzara y retrocediera como el sujeto de los experimentos de forma (Gestalt). El periodo durante el que la luz era "a veces una
onda y a veces una
partícula" fue un periodo de crisis —un periodo en que algo iba mal— y concluyó
sólo con el desarrollo de la mecánica
ondulatoria y la
comprensión de que la luz era una entidad consistente en sí misma y diferente
tanto de las ondas
como de las partículas. Por consiguiente, en las ciencias, si los cambios
perceptuales acompañan
a los de paradigma, no podremos esperar que los científicos atestigüen directamente
sobre esos cambios. Al
mirar a la Luna, el convertido a la
teoría de Copérnico no dice: "Antes veía un planeta; pero ahora veo un satélite".
Esta frase implicaría
un sentido en el que el sistema de Tolomeo
hubiera sido correcto alguna vez. En cambio, alguien que se haya convertido a la
nue-
182 CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
va astronomía dice: "Antes creía que
la Luna era un
planeta (o la veía como tal); pero estaba equivocado". Este tipo de enunciado
vuelve a presentarse en el
periodo inmediatamente posterior
a las revoluciones científicas. Si oculta ordinariamente un cambio de visión científica o
alguna otra transformación mental que tenga
el mismo efecto, no podremos esperar un
testimonio directo sobre
ese cambio. Más bien, deberemos
buscar evidencia indirecta y de comportamiento de que el científico que dispone de
un nuevo paradigma ve de manera diferente a
como lo hacía antes.
Regresemos
ahora a los datos y pregúntemenos qué
tipos de transformaciones del mundo científico puede descubrir el historiador que
crea en esos cambios. El
descubrimiento de Urano por Sir William Herschel proporciona un
primer ejemplo que es muy similar al
experimento de las cartas anómalas.
Al menos en diecisiete ocasiones diferentes, entre 1690 y 1781, una serie de astrónomos, incluyendo a varios de los observadores
más eminentes de Europa, vieron una estrella en posiciones que suponemos
actualmente que debía ocupar entonces
Urano. Uno de los mejores
observadores de dicho grupo vio realmente la estrella durante cuatro noches sucesivas, en 1769, sin notar el movimiento que podía haber sugerido otra identificación. Herschel, cuando observó por primera vez el mismo objeto, doce años más tarde, lo hizo con un telescopio perfeccionado, de su propia fabricación. Como resultado de ello, pudo notar un tamaño aparente del disco que era, cuando menos, muy poco usual para las estrellas. Había en ello algo raro y, por consiguiente, aplazó la identificación hasta llevar a cabo un examen más detenido. Ese examen mostró el movimiento de Urano entre las estrellas y,
CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO 183
como consecuencia,
Herschel anunció que había visto
un nuevo corneta. Sólo al cabo de varios meses,
después de varias tentativas infructuosas para ajustar el movimiento observado a una órbita de cometa, Lexell sugirió que la órbita era probablemente planetaria.4 Cuando se
aceptó esa sugestión, hubo varias
estrellas menos y un planeta más en
el mundo de los astrónomos profesionales. Un cuerpo celeste que había sido
obser-vado varias veces, durante
casi un siglo, era visto diferentemente
a partir de 1781 debido a que, como
una de las cartas anómalas, no podía ajustarse ya a las categorías perceptuales (estrella o cometa) proporcionadas por el paradigma que había
prevalecido antes.
El
cambio de visión que permitió a los astrónomos ver a Urano como planeta no parece,
no obstante,
haber afectado sólo la percepción de ese objeto previamente observado. Sus consecuencias fueron
mucho más lejos. Probablemente, aunque las pruebas son engañosas, el cambio
menor
de paradigma que produjo Herschel contribuyó a preparar a los astrónomos para el des cubrimiento rápido, después de 1801, de numerosos planetas menores o asteroides. A causa de su
tamaño pequeño, los asteroides no mostraban el aumento anómalo que había alertado a Herschel. Sin embargo, los astrónomos preparados para ver planetas adicionales fueron capaces, con instrumentos
ordinarios, de identificar veinte de ellos durante los primeros cincuenta años
del siglo XIX.5 La historia de la
astronomía propor-
4 Peter
Doig, A
Concise History of Astronomy (Lon
dres, 1950), pp. 115-16.
dres, 1950), pp. 115-16.
5 Rudolph Wolf, Geschichte der Astronomic (Munich.
1877), pp. 513-15. 683-93. Nótese, principalmente, lo difícil
que hace el informe de Wolf el explicar esos descubri
mientos como consecuencias de la ley de Bode.
1877), pp. 513-15. 683-93. Nótese, principalmente, lo difícil
que hace el informe de Wolf el explicar esos descubri
mientos como consecuencias de la ley de Bode.
184
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
ciona muchos otros ejemplos de cambios
inducidos por los paradigmas en la percepción
científica, algunos de ellos incluso menos
equívocos. Por ejemplo, ¿es
concebible que fuera un accidente el
que los astrónomos occidentales vieran por primera vez cambios en el firmamento, que antes había sido considerado como inmutable, durante el medio siglo que siguió a la primera proposición del paradigma de Copérnico? Los chinos, cuyas
creencias cosmológicas no excluían el cambio
celeste, habían registrado en fecha muy anterior la aparición de muchas estrellas nuevas en el firmamento. Asimismo, incluso sin ayuda de telescopios, los chinos habían registrado sistemáticamente la aparición de manchas solares, siglos antes de que fueran observadas por Galileo y sus contemporáneos.6 Tampoco
fueron las manchas
solares y una nueva estrella los únicos ejemplos de cambios celestes que surgieron en
el firmamento de los astrónomos occidentales, inmediatamente después de Copérnico.
Utilizando instrumentos
tradicionales, algunos tan simples como un pedazo de hilo, los astrónomos de
fines del siglo XVI
descubrieron repetidamente que los cometas se desplazan libremente por el
espacio reservado
previamente a los planetas y a las estrellas
fijas.7 La facilidad y la rapidez mismas con que los astrónomos vieron cosas nuevas
al observar objetos antiguos con instrumentos
antiguos puede hacernos desear decir que, después de Copérnico, los astrónomos vivieron en un
mundo diferente. En todo caso, sus
investigaciones
dieron resultados como si ése fuera el caso. Seleccionamos los ejemplos anteriores de la
as-
6 Joseph Needham, Science and Civilization in China, III (Cambridge, 1959), 423-29, 434-36.
7 T. S. Kuhn, The Copernican Revolution (Cambridge, Mass., 1957), pp.
206-9.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 185
tronomía, debido a que los informes sobre
las observaciones
celestes se hacen, frecuentemente, en un
vocabulario que consiste relativamente en términos puramente observacionales. Sólo en
esos informes podemos
esperar hallar algo semejante a un
paralelismo pleno entre las observaciones de los científicos y las de los sujetos
experimentales
de los psicólogos. Pero no es necesario insistir en un paralelismo tan
completo y podremos obtener
mucho si flexibilizamos nuestro patrón. Si nos contentamos con el uso cotidiano del
verbo 'ver', podremos
rápidamente reconocer que ya
hemos encontrado muchos otros ejemplos de los cambios en la percepción científica que
acompañan al cambio de
paradigma. El uso extendido de 'percepción' y de 'ver' requerirá pronto una defensa explícita; pero, primeramente,
ilustraré su aplicación en la práctica.
Volvamos a ver, durante un momento, dos de nuestros ejemplos anteriores, sacados de la
historia de la
electricidad. Durante el siglo XVII, cuando sus investigaciones eran guiadas por
alguna de las teorías de los efluvios, los
electricistas vieron
repetidamente limaduras o granzas que rebotaban o caían de los cuerpos eléctricos
que las habían atraído. Al
menos, eso es lo que los observadores
del siglo XVII decían que veían y no tenemos más motivos para poner en duda sus
informes de percepción que los nuestros. Colocados ante los mismos aparatos, los observadores
modernos verían una repulsión electrostática
(más que un rebote
mecánico o gravitacional), pero históricamente,
con una excepción pasada por alto
universalmente, la repulsión electrostática no fue vista como tal hasta que el aparato en
gran escala de Hauksbee aumentó mucho sus efectos. Sin embargo, la repulsión, después de la
electrificación de
contacto, fue sólo uno de los muchos
186 CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO
efectos de repulsión que vio Hauksbee. A
través de sus
investigaciones, ]a repulsión repentinamente se convirtió, más bien, como en un
cambio de forma (Gestalt), en la manifestación fundamental de la electrificación y, entonces, fue
preciso explicar la
atracción.8 Los fenómenos eléctricos visibles a comienzos del siglo XVIII fueron
más sutiles y variados
que los vistos por los observadores
del siglo XVII. O también, después de la asimilación del paradigma de Franklin, el electricista que miraba una botella de Leyden vio
algo diferente de lo que
había visto antes. El instrumento
se había convertido en un condensador, que no necesitaba ni la forma de botella ni
ser de cristal. En lugar
de ello, los dos recubrimientos conductores
—uno de los cuales no había formado parte del instrumento original— se
hicieron prominentes. Como
atestiguan tanto las exposiciones escritas como las representaciones pictóricas, de manera gradual dos placas
metálicas, con
un cuerpo no conductor entre ellas, se había convertido en el prototipo de la clase.9
Simultáneamente, otros
efectos de inducción recibieron nuevas descripciones y otros más fueron notados
por primera vez.
Los
cambios de este tipo no son exclusivos de la astronomía y la electricidad. Ya hemos
hecho notar algunas de las
transformaciones similares de
la visión que pueden sacarse de la historia de la química. Como dijimos, Lavoisier vio oxígeno donde Priestley había visto aire deflogistizado y donde otros no habían visto nada en
absoluto. Sin embargo, al
aprender a ver oxígeno, Lavoisier
8 Duane
Roller y Duane H. D. Roller, The Development of the Concept of Electric Charge (Cambridge, Mass., 1954), pp. 21-29.
9 Véase la discusión, en
la Sección VII, y la literatura indicada en esa
sección en la nota número 9.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 187
tuvo que modificar también su visión de
otras muchas substancias
más conocidas. Por ejemplo, vio un mineral compuesto donde Priestley y sus contemporáneos habían visto una tierra
elemental y había,
además, otros varios cambios. Cuando menos, como resultado de su descubrimiento
del oxígeno, Lavoisier vio a la naturaleza de manera diferente. Y a falta de algún recurso a esa
naturaleza fija e hipotética que "veía diferentemente", el principio de economía nos exigirá decir
que, después de
descubrir el oxígeno, Lavoisier
trabajó en un mundo diferente.
Me preguntaré en breve si existe la
posibilidad de evitar esa extraña frase; pero, antes, necesitamos un ejemplo más de su uso, derivado de
una de las partes mejor
conocidas del trabajo de Galileo. Desde la Antigüedad más remota, la mayoría de las personas han visto algún objeto
pesado balanceándose al extremo de una cuerda o cadena, hasta que finalmente queda en reposo.
Para los aristotélicos,
que creían que un cuerpo pesado se
desplazaba por su propia naturaleza de una posición superior a una más baja hasta
llegar a un estado de reposo
natural, el cuerpo que se balanceaba
simplemente estaba cayendo con dificultad.
Sujeto a la cadena, sólo podía quedar en reposo en su posición más baja, después
de un movimiento tortuoso
y de un tiempo considerable. Galileo, por otra parte, al observar el cuerpo que se balanceaba, vio un péndulo, un cuerpo
que casi lograba repetir el
mismo movimiento, una y otra vez,
hasta el infinito. Y después de ver esto, Galileo observó también otras propiedades del péndulo y construyó muchas de las partes
más importantes y
originales de su nueva dinámica, de
acuerdo con esas propiedades. Por ejemplo, de las propiedades del péndulo, Galileo dedujo sus únicos argumentos completos y exactos para
la
188
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
independencia del peso y del índice de caída, así como también para la relación entre el peso vertical y la velocidad final de los movimientos descendentes sobre un plano inclinado.10
Todos esos fenómenos naturales los vio
diferentemente de como habían sido
vistos antes.
¿Por qué tuvo lugar ese cambio de visión?
Por supuesto, gracias al
genio individual de Galileo. Pero nótese que el genio no se manifiesta
en este caso como
observación más exacta u objetiva del cuerpo oscilante. De manera descriptiva, la
percepción
aristotélica tiene la misma exactitud. Cuando Galileo informó que el periodo del péndulo era
independiente de la amplitud, para amplitudes de hasta 90°, su imagen del
péndulo lo llevó
a ver en él una regularidad mucho mayor que la que podemos descubrir en la
actualidad en dicho
péndulo.11 Más bien, lo que parece haber estado involucrado es la explotación por el
genio de las posibilidades perceptuales
disponibles, debido
a un cambio del paradigma medieval. Galileo
no había recibido una instrucción totalmente aristotélica. Por el contrario, había
sido preparado para analizar
los movimientos, de acuerdo con
la teoría del ímpetu, un paradigma del final de la Edad Media, que sostenía que el
movimiento continuo de un
cuerpo pesado se debía a un poder
interno, implantado en él por el impulsor que inició su movimiento. Jean Buridan y Nicole Oresme, los escolásticos del siglo XIV que
llevaron la teoría del
ímpetu a sus formulaciones más perfectas,
son los primeros hombres de quienes se
sabe que vieron en los movimientos de oscilación una parte de lo que vio en ellos Galileo.
10
Galileo Galilei,
Dialogues Concerning
Two New
Sciences, trad. H. Crew y A. de Salvio (Evanston, III,
1946), pp. 80-81, 162-66.
Sciences, trad. H. Crew y A. de Salvio (Evanston, III,
1946), pp. 80-81, 162-66.
11 Ibid., pp. 91-94, 244.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 189
Buridan describe el movimiento de una
cuerda que vibra como aquel
en el que el ímpetu es implantado primeramente cuando se golpea la cuerda; ese ímpetu se consume al
desplazarse la
cuerda en contra de la resistencia ofrecida por su tensión; a continuación, la tensión
lleva a la cuerda
hacia atrás, implantando un ímpetu creciente hasta alcanzar el punto medio del
movimiento; después de
ello, el ímpetu desplaza a la
cuerda en sentido contrario, otra vez contra la tensión de la cuerda, y así sucesivamente
en un proceso simétrico
que puede continuar indefinidamente. Más avanzado el
siglo, Oresme bosquejó un análisis similar de
la piedra que se balancea, en lo que
ahora, aparece como la primera discusión
sobre un péndulo.12 De manera clara, su opinión se encuentra muy cerca de la que tuvo Galileo cuando abordó por primera vez el estudio del péndulo. Al menos, en el caso de Oresme
y casi seguro que también en el de Galileo, fue una visión hecha posible por la transición del
paradigma aristotélico
original al paradigma escolástico
del ímpetu para el movimiento. Hasta que se inventó ese paradigma escolástico no
hubo péndulo, sino
solamente piedras oscilantes, para que
pudiera verlas el científico. Los péndulos comenzaron a existir gracias a algo
muy similar al cambio
de forma (Gestalt) provocado por un
paradigma.
Sin embargo, ¿necesitamos realmente
describir lo que separa a Galileo
de Aristóteles o a Lavoisier de Priestley como una transformación de la visión? ¿Vieron
realmente esos hombres cosas diferentes
al mirar los mismos tipos de objetos?
¿Hay algún sentido legítimo en el que
podamos decir que realizaban
sus investigaciones en mun-
12 M.
Clagett, The Science of Mechanics in the Middle Ages (Madison,
Wis., 1959), pp. 537-38, 570.
190 CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO
dos
diferentes? No es posible continuar aplazando estas preguntas, ya que existe otro
modo evidente y mucho más
habitual de describir todos
los ejemplos históricos delineados antes. Muchos lectores desearán decir,
seguramente, que lo que cambia con un paradigma es sólo la interpretación que
hacen los científicos de las observaciones, que son fijadas, una vez por
todas, por la naturaleza
del medio ambiente y del aparato perceptual. Según esta opinión, Lavoisier y Priestley vieron ambos el oxígeno, pero interpretaron
sus observaciones de
manera diferente; Aristóteles y Galileo vieron ambos el péndulo, pero difirieron en
sus interpretaciones de lo que ambos habían visto. Ante todo diré que esta opinión muy
habitual sobre lo que sucede cuando los científicos cambian de manera de
pensar sobre cuestiones fundamentales, no puede ser ni completamente errónea ni una simple equivocación. Más
bien es una parte esencial
de un paradigma filosófico iniciado por Descartes y desarrollado al mismo tiempo que la dinámica de Newton. Ese paradigma ha rendido buenos servicios tanto a la
ciencia como a la
filosofía. Su explotación, como la de la dinámica misma, ha dado como fruto una
comprensión
fundamental que quizá no hubiera podido
lograrse en otra forma. Pero, como indica también el ejemplo de la dinámica de Newton, ni siquiera los éxitos pretéritos más
sorprendentes
pueden garantizar que sea posible aplazar indefinidamente una crisis. Las
investigaciones actuales
en partes de la filosofía, la psicología, la lingüística, e incluso la historia
del arte, se unen
para sugerir que el paradigma tradicional se encuentra en cierto modo, desviado. Este
fracaso en el ajuste aparece también cada vez con mayor claridad en el curso del estudio
histórico de la
ciencia, hacia el cual habremos de
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 191
orientar necesariamente la mayor parte de
nuestra atención.
Ninguno de esos temas productores de crisis
ha creado todavía una alternativa viable
para el paradigma
epistemológico tradicional; pero comienzan
a insinuar lo que serán algunas de las características de ese paradigma. Por
ejemplo, me doy cuenta
perfectamente de la dificultad creada
al decir que, cuando Aristóteles y Galileo miraron a piedras oscilantes, el primero
vio una caída forzada y el
segundo un péndulo. Las mismas dificultades presentan, en forma todavía más fundamental, las frases iniciales de esta
sección: aunque el mundo no
cambia con un cambio de paradigma,
el científico después trabaja en un mundo diferente. No obstante, estoy
convencido de
que debemos aprender a interpretar el sentido de enunciados que, por lo menos, se
parezcan a ésos. Lo que
sucede durante una revolución científica
no puede reducirse completamente a una
reinterpretación de datos individuales y estables. En primer lugar, los datos no son
inequívocamente estables.
Un péndulo no es una piedra que
cae, ni el oxígeno es aire deflogistizado. Por consiguiente, los datos que reúnen los
científicos de esos
objetos diversos son, como veremos
muy pronto, ellos mismos diferentes. Lo que es más importante, el proceso por medio del
cual el individuo o la comunidad lleva a
cabo la transición de la
caída forzada al péndulo o del aire
deflogistizado al oxígeno no se parece a una interpretación. ¿Cómo podría serlo, a falta
de datos fijos que pudieran interpretar los
científicos? En lugar de
ser un intérprete, el científico que
acepta un nuevo paradigma es como el hombre que lleva lentes inversores. Frente a
la misma constelación de
objetos que antes, y sabiendo que
se encuentra ante ellos, los encuentra, no
192 CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO
obstante, transformados totalmente en
muchos de sus
detalles.
Ninguno de estos comentarios pretende indicar que los científicos no interpretan
característicamente
las observaciones y los datos. Por el contrario, Galileo interpretó las observaciones del péndulo y
Aristóteles las de las piedras en caída, Musschenbroek las observaciones de una
botella llena de carga eléctrica y Franklin las de un condensador. Pero cada una de esas
interpretaciones
presuponía un paradigma. Eran partes de la ciencia normal, una empresa que, como ya
hemos visto, tiene como
fin el refinar, ampliar y articular
un paradigma que ya existe. En la sección III presentamos
muchos ejemplos en los que la interpretación
desempeñaba un papel esencial. Esos ejemplos
eran típicos en la mayoría abrumadora de las investigaciones. En cada uno de
ellos, en virtud
de un paradigma aceptado, el científico sabía qué era un dato, qué instrumentos
podían utilizarse para
ubicarlo y qué conceptos eran importantes para su interpretación. Dado un
paradigma, la
interpretación de datos es crucial para la empresa de explorarlo.
Pero
esta empresa de interpretación —y ese fue el tema del antepenúltimo párrafo— sólo
puede articular un paradigma, no
corregirlo. Los paradigmas no pueden ser corregidos por la ciencia normal. En cambio, como ya hemos visto,
la ciencia normal conduce sólo, en último
análisis, al
reconocimiento de anomalías y a crisis. Y éstas se terminan, no mediante
deliberación o interpretación,
sino por un suceso relativamente repentino y no estructurado, como el cambio de
forma (Gestalt). Entonces, los
científicos hablan con
frecuencia de las "vendas que se les caen de los ojos" o de la "iluminación
repentina" que "inunda"
un enigma previamente oscuro, permi-
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 193
tiendo que sus componentes se vean de una manera nueva que permite por primera vez su
resolución. En otras ocasiones, la
iluminación pertinente
se presenta durante el sueño.13 Ningún sentido ordinario del término
"interpretación" se ajusta
a esos chispazos de la Intuición por medio de los que nace un nuevo paradigma. Aunque esas intuiciones dependen de la
experiencia, tanto
anómala como congruente, obtenida con el antiguo paradigma, no se encadenan lógica
ni gradualmentes a conceptos particulares de esa experiencia como sucedería si se tratara de
interpretaciones. En lugar de ello, reúnen grandes porciones de esa experiencia y las
transforman para
incluirlas en el caudal muy diferente de experiencia que será más tarde, de manera
gradual, insertado al
nuevo paradigma, y no al antiguo.
Para
aprender algo más sobre cuáles pueden ser esas diferencias de experiencia,
volvamos por un momento a Aristóteles, Galileo y el péndulo. ¿Qué datos pusieron a su alcance la
interacción de
sus diferentes paradigmas y su medio ambiente común? Al ver la caída forzada, el
aristotélico mediría
(o al menos discutiría; el aristotélico raramente medía) el peso de la piedra, la
altura vertical a que
había sido elevada y el tiempo requerido
para que quedara en reposo. Junto con
la resistencia del medio, ésas fueron las categorías conceptuales tomadas en
consideración por
la ciencia aristotélica para tratar la caída de
13 Jacques Hadamard, Subconscient intuition, et lo gique dans la recherche scientifique. Conférence faite
au Palais de
la Découverte le 8 Décembre 1945 (Alençon, s.f.), pp. 7-8. Un informe mucho más completo, aunque restringido a las innovaciones matemáticas,
es la obra del
mismo autor: The Psychology of Invention in the Mathematical Field (Princeton, 1949).
194 CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
un
cuerpo.14 La investigación normal guiada por ellas no hubiera podido producir las leyes
que descubrió Galileo. Sólo podía —y lo hizo por otro camino— conducir a la serie de crisis de la
que surgió la visión de Galileo de la piedra oscilante. Como resultado de estas crisis y de otros
cambios intelectuales, Galileo vio la piedra que se balanceaba de manera totalmente diferente. El
trabajo de Arquímedes
sobre los cuerpos flotantes hizo
que el medio no fuera esencial; la teoría del ímpetu hacía que el movimiento fuera
simétrico y
duradero; y el neoplatonismo dirigió la atención de Galileo hacia la forma circular del movimiento.15 Por consiguiente, midió sólo el peso, el radio, el desplazamiento angular y el tiempo por oscilación, que eran precisamente los datos que podían interpretarse de tal modo que produjeran las leyes de Galileo para el péndulo. En realidad, la interpretación resultó casi innecesaria.
Con los paradigmas de Galileo, las regularidades similares a las del
péndulo eran casi accesibles a la inspección. De otro modo, ¿cómo podríamos
explicar el descubrimiento hecho por Galileo de que el periodo de oscilación es enteramente
independiente de la
amplitud, un descubrimiento que la ciencia normal sucesora de Galileo tuvo que erradicar y que nos vemos imposibilitados de probar
teóricamente en la
actualidad? Las regularidades que para
un aristotélico no hubieran podido existir (y que, en efecto, no se encuentran
ejemplificadas
precisamente en ninguna parte de la naturaleza), fueron para el hombre que vio la
piedra
14 T.
S. Kuhn, "A Function for Thought Experiments", en Mélanges Alexandre Koyré, ed.
R. Taton e I. B. Cohén, que deberá ser publicado por Hermann (París) en 1963.
15 A.
Koyré, Études Galiléennes (París,
1939), I, 46-51; y "Galileo and
Plato", Journal of the History of
Ideas, IV (1943),
400-428.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 195
oscilante como la vio Galileo, consecuencias de la experiencia
inmediata.
Quizá sea demasiado imaginario el ejemplo, ya que los aristotélicos no registran ninguna discusión sobre las
piedras oscilantes. De acuerdo con su paradigma,
éste era un fenómeno extraordinariamente complejo. Pero los aristotélicos discutieron el caso más simple, el de las piedras que caían
sin impedimentos no
comunes, y en ese caso pueden observarse
claramente las mismas diferencias
de visión. Al observar la caída de una
piedra, Aristóteles vio un cambio de estado más que un proceso. Para él, por consiguiente, las medidas
pertinentes de un movimiento eran la distancia total recorrida y el
tiempo total transcurrido, parámetros que
producen lo que actualmente no
llamaríamos velocidad sino velocidad media.16 De manera
similar, debido a que la piedra era
impulsada por su naturaleza para que alcanzara
su punto final de reposo, Aristóteles vio como parámetro importante de la distancia en cualquier instante durante el movimiento, la distancia al punto
final, más que la del punto de origen.17 Esos
parámetros conceptuales sirven de base y dan un sentido a la mayoría de sus conocidas "leyes del movimiento". Sin embargo, en parte debido al paradigma del ímpetu, y en parte a una doctrina conocida como la latitud de las formas, la crítica escolástica modificó esa
manera de ver el movimiento. Una piedra se desplaza por el ímpetu creciente logrado mientras se aleja de su punto inicial; por consiguiente, el parámetro importante fue la distancia del punto de partida y no la distancia al punto final del tra-
16 Kuhn, "A
Function for Thought Experiments", en Mélanges Alexandre Koyré
(véase
la cita completa en la nota 14).
17 Koyré, Études..., II, 7-11.
196
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
yecto.
Además, la noción que tenía Aristóteles de la velocidad fue dividida por los
escolásticos en
conceptos que poco después de Galileo se convirtieron en nuestra velocidad media y
velocidad instantánea. Pero cuando se
examinan a través del
paradigma del cual esas concepciones formaban parte, tanto la caída de la piedra
como la del péndulo casi
desde su inspección exhibieron
las leyes que las rigen. Galileo
no fue uno de los primeros hombres que sugirió que las
piedras caen con un
movimiento uniformemente acelerado.18
Además, había desarrollado su teoría sobre ese tema junto con muchas de sus
consecuencias antes de llevar a cabo sus experimentos sobre un plano inclinado. Este teorema fue
otro del conjunto de nuevas regularidades accesibles al genio en el mundo conjuntamente determinado por la naturaleza y por los paradigmas
de acuerdo con los cuales habían sido educados
Galileo y sus contemporáneos. Viviendo en ese mundo, Galileo podía todavía, cuando deseaba hacerlo, explicar por qué Aristóteles había
visto lo que vio. Sin
embargo, el contenido inmediato de
la experiencia de Galileo con la caída de las piedras, no fue lo que había sido la de
Aristóteles. Por
supuesto, no es de ninguna manera evidente que debamos preocuparnos tanto por
la "experiencia
inmediata ", o sea por las características perceptuales que un paradigma destaca tan
notablemente, que casi desde el momento de la
inspección muestran sus regularidades. Obviamente esas características deben cambiar
con los compromisos de
los científicos con paradigmas,
pero están lejos de lo que tenemos ordinariamente en la imaginación cuando
hablamos de los datos sin
elaborar o de la experiencia bru-
18 Clagett, op. cit., capítulos IV, VI y IX.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 197
ta de donde se cree que procede la
investigación científica.
Quizá la experiencia inmediata deba dejarse
a un lado y debamos, en cambio, discutir las operaciones y mediciones concretas que
los científicos llevan
a cabo en sus laboratorios. O quizá
el análisis deba ser alejado más todavía de lo inmediatamente dado. Por ejemplo, podría
llevarse a cabo en
términos de algún lenguaje neutral
de observación, quizá un lenguaje preparado para conformarse a las impresiones de la
retina que intervienen en
lo que ven los científicos. Sólo
de una de esas maneras podemos esperar encontrar un reino en donde la
experiencia sea nuevamente
estable, de una vez por todas, en donde el péndulo y la caída forzada no sean
percepciones diferentes sino más bien interpretaciones diferentes de los datos inequívocos
proporcionados por la observación de una piedra que se balancea.
Pero,
¿es fija y neutra la experiencia sensorial? ¿Son las teorías simplemente
interpretaciones hechas
por el hombre de datos dados? El punto de vista epistemológico que con mucha
frecuencia dirigió la filosofía occidental durante tres siglos, sugiere un sí inequívoco e inmediato. En
ausencia de una
alternativa desarrollada, creo imposible
abandonar completamente ese punto de vista. Sin embargo, ya no funciona
efectivamente y los intentos para que lo haga, mediante la introducción de un lenguaje neutro para las
observaciones, me parecen por ahora carentes de perspectivas.
Las
operaciones y mediciones que realiza un científico en el laboratorio no son
"lo dado" por la
experiencia, sino más bien "lo reunido con dificultad". No son lo que ve el
científico, al menos no
antes de que su investigación se encuentre muy avanzada y su atención enfocada. Más
bien,
198 CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
son índices concretos del contenido de
percepciones más
elementales y, como tales, se seleccionan para el examen detenido de la
investigación normal,
sólo debido a que prometen una oportunidad para la elaboración fructífera de un
paradigma aceptado. De
manera mucho más clara que
la experiencia inmediata de la que en parte se derivan, las operaciones y las
mediciones están
determinadas por el paradigma. La ciencia no se ocupa de todas las manipulaciones
posibles de laboratorio. En lugar de ello, selecciona las pertinentes para la yuxtaposición de un
paradigma con la
experiencia inmediata que parcialmente ha determinado el paradigma. Como
resultado, los
científicos con paradigmas diferentes se ocupan de diferentes manipulaciones
concretas de laboratorio. Las mediciones que deben tomarse respecto a un péndulo no son las apropiadas
referidas a un caso de caída forzada. Tampoco
las operaciones
pertinentes para la elucidación de las
propiedades del oxígeno son uniformemente las mismas que las requeridas al
investigar las características
del aire deflogistizado.
En cuanto al lenguaje puro de observación,
todavía es posible que se llegue a elaborar
uno; sin embargo, tres
siglos después de Descartes nuestra
esperanza de que se produzca esa eventualidad depende aún exclusivamente de
una teoría de la percepción
y de la mente. Y la experimentación psicológica moderna está haciendo proliferar rápidamente fenómenos a los que
es raro que esa teoría pueda dar respuesta. El
experimento del pato y el conejo muestra que
dos hombres con las
mismas impresiones en la retina
pueden ver cosas diferentes; los lentes inversores muestran que dos hombres
con impresiones
diferentes en sus retinas pueden ver la misma cosa.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 199
La psicología proporciona un gran caudal de
otras pruebas similares y las dudas que se
derivan de ellas son reforzadas
fácilmente por medio de la historia de las tentativas hechas para lograr un lenguaje auténtico de !a observación. Ningún
intento corriente para
lograr ese fin se ha acercado todavía
a un lenguaje aplicable de modo general a las percepciones puras. Y los intentos que más
se acercan comparten una característica que refuerza firmemente varias de las principales
tesis de este ensayo. Desde
el comienzo presuponen un paradigma,
tomado ya sea de una teoría científica
corriente o de alguna fracción de la conver sación cotidiana y, a continuación, tratan
de eliminar de él todos
los términos no lógicos y no perceptuales.
En unos cuantos campos de la conversación,
ese esfuerzo se ha llevado muy lejos, con resultados fascinantes. No puede
ponerse en duda
que merece la pena que se lleven a cabo esos esfuerzos. Pero su resultado es un
lenguaje que —como los
empleados en las ciencias— encarna
un conjunto de expectativas sobre la naturaleza y deja de funcionar en el momento en
que esas expectativas son violadas. Nelson Goodman establece precisamente ese punto al describir las metas de su Structure of Appearance: "Es afortunado que no se ponga en
duda nada más [que los fenómenos
que se sabe que existen]; ya que la noción
de los casos 'posibles', de los casos que no existen pero podrían haber
existido, está lejos
de ser clara".19 Ningún lenguaje restringido
19 N.
Goodman, The Structure of Appearance (Cambridge,
Mass., 1951). Merece
la pena citar el pasaje de manera más extensa: "Si todos los residentes en Wilmington y sólo ellos, en 1947, que pesaran entre
175 y 180 libras,
tuvieron el pelo rojo, entonces 'los residentes de Wilmington en 1947 que tuvieran el cabello rojo' y
'los residentes de Wilmington
en
1947 que pesaran entre 175 y 180 libras' podrían reunirse en una definición construe-
200 CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
a informar sobre un mundo enteramente conocido de antemano puede producir simples
informes neutrales y
objetivos sobre "lo dado". La investigación filosófica no ha producido
todavía ni siquiera una muestra de lo que pudiera ser un lenguaje capaz de hacerlo.
En
esas circunstancias, podemos al menos sospechar que los científicos tienen razón,
tanto en los principios como en la práctica, cuando tratan al oxigeno y a los péndulos (y quizá
también a los átomos
y a los electrones) como ingredientes fundamentales de su experiencia inmediata.
Como resultado de la
experiencia encarnada en paradigmas
de la raza, la cultura y, finalmente, la profesión, el mundo de los científicos ha
llegado a estar poblado de
planetas y péndulos, condensadores y minerales
compuestos, así como de cuerpos similares.
En comparación con esos objetos de la
percepción, tanto las indicaciones del metro como las impresiones de la retina son construc-tos elaborados a los cuales la experiencia sólo tiene acceso directo cuando el científico, para los
fines específicos de su investigación,
dispone que unas u otras puedan estar
disponibles. Esto no quiere decir que
los péndulos, por ejemplo, son las
únicas cosas que un científico podría tener probabilidades de ver al mirar a una piedra que se balancea colgada de una cuerda. (Ya hemos hecho notar que los miembros de otra comunidad científica
podían ver la caída forzada). Pero sí queremos
sugerir que el científico que observa
cional... La pregunta de si 'hubiera podido
haber' alguien a quien se aplicara
uno pero no el otro de esos predicados
no tendría razón de ser... una vez que hemos determinado que no había ninguna persona de ese tipo... Es afortunado que no haya ninguna otra cosa
que se ponga en duda; ya que la
noción de los casos 'posibles', que no existen pero pudieron haber existido, está lejos de ser clara".
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 201
el balanceo de una piedra puede no tener
ninguna experiencia
que, en principio, sea más elemental
que la visión de un péndulo. La alternativa no es una visión "fija"
hipotética, sino la visión
que a través de otro paradigma, convierta en otra cosa a la piedra que se balancea.
Todo
esto puede parecer más razonable si recordamos nuevamente que ni los científicos
ni los profanos aprenden a ver el mundo
gradualmente o concepto
por concepto. Excepto cuando todas
las categorías conceptuales y de manipulación se encuentran preparadas de antemano,
p. ej. para el
descubrimiento de un elemento trans-uránico adicional o para la visión de una
casa nueva, tanto los
científicos como los profanos separan
campos enteros a partir de la experiencia. El niño que transfiere la palabra
'mamá' de todos
los humanos a todas las mujeres y, más tarde, a su madre, no está aprendiendo sólo
qué significa 'mamá' o
quién es su madre. Simultáneamente, aprende algunas de las diferencias entre varones y hembras, así como también
algo sobre el modo como
todas las hembras, excepto una, se comportan o pueden comportarse con él. Sus reacciones, esperanzas y creencias —en
realidad, gran parte del
mundo que percibe— cambian consecuentemente. Por el mismo motivo, los seguidores de Copérnico que le negaban al Sol
su titulo tradicional de 'planeta', no
meramente estaban
aprendiendo el significado del término 'planeta' o lo qué era el Sol, sino que
en lugar de ello, estaban cambiando el significado de 'planeta' para poder continuar haciendo distinciones
útiles en un
mundo en el que todos los cuerpos celestes, no sólo el Sol, estaban siendo vistos de
manera diferente a como se
veían antes. Lo mismo puede
decirse con respecto a cualquiera de nuestros primeros ejemplos. Ver oxígeno en lugar de
aire
202 CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
deflogistizado, el condensador en lugar de
la botella de Leyden o el
péndulo en lugar de la caída forzada,
era sólo una parte de un cambio constituido en la visión que tenían los
científicos de muchos
fenómenos relacionados, bien de la química, la electricidad o la dinámica. Los
paradigmas determinan al
mismo tiempo grandes campos
de la experiencia.
Sin
embargo, es sólo después de que la experiencia haya sido determinada en esa
forma, cuando
puede comenzar la búsqueda de una definición operacional o un lenguaje de observación
puro. El científico o
filósofo que pregunta qué mediciones o impresiones de la retina hacen que el péndulo sea lo que es, debe ser capaz ya de
reconocer un péndulo cuando lo vea. Si en lugar del péndulo ve la caída forzada, ni siquiera
podrá hacer su pregunta.
Y si ve un péndulo, pero lo ve
del mismo modo en que ve un diapasón o una balanza oscilante, no será posible
responder a su pregunta.
Al menos, no podría contestarse en la misma forma, porque no sería la misma
pregunta. Por consiguiente, aunque son siempre legítimas y a veces resultan
extraordinariamente fructíferas, las preguntas sobre las impresiones de la retina o sobre las consecuencias de
manipulaciones
particulares de laboratorio presuponen un mundo subdividido ya de cierta manera,
tanto perceptual como conceptualmente. En cierto sentido,
tales preguntas son partes de la ciencia normal, ya que dependen de la existencia de un
paradigma y reciben respuestas diferentes
como resultado del cambio
de paradigma.
Para concluir esta sección, pasaremos por
alto, de ahora en
adelante, las impresiones de la retina y limitaremos nuevamente nuestra
atención a las operaciones de
laboratorio que proporcionan
al científico indicios concretos, aunque frag-
CAMBIOS DHL CONCEPTO DEL MUNDO 203
mentarios,
de lo que ya ha visto. Ya hemos observado repetidamente uno de los modos en que esas operaciones de laboratorio cambian
al mismo tiempo que los paradigmas. Después de
una revolución científica, muchas mediciones y manipulaciones antiguas pierden su importancia y son reemplazadas por otras. No se aplican las
mismas pruebas al oxígeno que al aire deflogisti-zado. Pero los cambios de este tipo nunca son totales. Sea lo que fuere lo que pueda ver el científico después de una revolución, está mirando aún al mismo mundo. Además, aun cuando haya podido emplearlos antes de manera diferente, gran parte de su vocabulario y de sus instrumentos de laboratorio serán todavía los mismos de antes. Como resultado de ello, la ciencia posrevolucionaria
invariablemente incluye muchas de las mismas
manipulaciones, llevadas a cabo con
los mismos instrumentos y descritas en los mismos términos que empleaban sus preceso-res de la época anterior a la revolución. Si esas manipulaciones habituales han sido cambiadas, ese cambio se deberá ya sea a su relación con el paradigma o a sus resultados concretos. Sugiero ahora, mediante la presentación de un último ejemplo nuevo, cómo tienen lugar esos dos tipos de cambio. Examinando el trabajo de
Dalton y de sus contemporáneos, descubriremos cómo una misma operación, cuando se liga a la naturaleza a través de un paradigma diferente, puede convertirse en indicio de un aspecto completamente diferente de la regularidad de la naturaleza.
Además, veremos cómo, a veces, la antigua
manipulación, en sus nuevas funciones, dará resultados concretos diferentes.
Durante
gran parte del siglo XVIII y comienzos del XIX, los químicos europeos creían, de
manera casi universal, que
los átomos elementales de que
204 CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO
se componían todos los elementos químicos
se mantenían unidos mediante fuerzas de
afinidad mutua. Así, una masa
de plata permanecía unida debido
a las fuerzas de afinidad entre los corpúsculos de la plata (hasta que después de Lavoisier se consideró a esos corpúsculos como compuestos, ellos mismos, de partículas
todavía más elementales).
De acuerdo con la misma teoría, la
plata se disolvía en ácido (o la sal común en el agua) debido a que las partículas del ácido
atraían a las de la plata (o
las partículas del agua a las
de la sal) de manera más fuerte que lo que las partículas de esos productos solubles se
atraían unas a otras. O
también, el cobre se disolvía en la
solución de plata, precipitando la plata, debido a que la afinidad del cobre por el ácido
era mayor que la del
ácido por la plata. Muchos otros fenómenos eran explicados en la misma forma. Durante el siglo XVIII, la teoría de la
afinidad electiva era un
paradigma químico admirable, empleado
amplia y, a veces, fructíferamente, en el diseño y los análisis de experimentación
química.20 Sin
embargo, la teoría de la afinidad trazó la línea que separaba a las mezclas físicas de
los compuestos químicos de un modo que, desde la asimilación del trabajo de Dalton, dejó de
ser familiar. Los
químicos del siglo XVIII reconocían dos
tipos de procesos. Cuando la mezcla producía calor, luz, efervescencia o alguna otra
cosa del mismo tipo, se
consideraba que había tenido lugar
una unión química. Por otra parte, si a simple vista podían verse las partículas de
una mezcla o podían
separarse mecánicamente, se trataba
sólo de una mezcla física. Pero en el número, muy grande, de casos intermedios —la sai en
el agua, las aleaciones, el vidrio, el oxígeno en la at-
20 H. Metzger, Newton,
Stahl, Boerhaave et la doctrine chimique
(París, 1930), pp. 34-68.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 205
mósfera, etc.—, esos criterios aproximados
tenían pocas aplicaciones.
Guiados por su paradigma, la
mayoría de los químicos consideraban a todos esos casos intermedios como químicos,
debido a que los procesos de
que consistían estaban todos ellos
gobernados por fuerzas del mismo tipo. La sal en el agua o el oxígeno en el nitrógeno
era un ejemplo de
combinación química tan apropiado
como la producida mediante la oxidación del cobre. Los argumentos en pro de la consideración de las soluciones como compuestos eran
muy poderosos. La teoría misma de la
afinidad estaba bien
asentada. Además, la formación de un
compuesto explicaba la homogeneidad observada en una solución. Por ejemplo, si el
oxígeno y el nitrógeno
estuvieran sólo mezclados y no combinados
en la atmósfera, entonces el gas más pesado, el oxígeno, se depositaría en el
fondo. Dalton, que consideró que la atmósfera era una mezcla, no fue capaz nunca de explicar
satisfactoriamente por qué el
oxígeno no se depositaba en el
fondo. La asimilación de su teoría atómica creó, eventualmente, una anomalía en donde
no había existido antes.21
Nos
sentimos tentados a decir que los químicos que consideraban a las soluciones como
compuestos se diferenciaban
de sus sucesores sólo en
una cuestión de definición. En cierto sentido, es posible que ése haya sido el
caso. Pero ese sentido
no es el que hace que las definiciones sean simplemente convenciones convenientes.
En el siglo XVIII no se distinguían completamente
las mezclas de los compuestos por medio de pruebas operacionales y es posible que no
hu-
21 Ibid., pp. 124-29, 139-48. Sobre Dalton,
véase Leonard K.
Nash, The Atomic Molecular Theory ("Harvard
Case Histories in Experimental Science", Caso 4; Cambridge, Mass., 1950), pp. 14-21.
206 CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO
biera
sido posible hacerlo. Incluso en el caso de que los químicos
hubieran tratado de descubrir esas pruebas, habrían buscado criterios que
hicieran
que las soluciones se convirtieran en compuestos.
La distinción entre mezclas y compuestos
era una parte de su paradigma —parte del modo como veían todo su campo de investigación— y, como tal, tenía la prioridad sobre cualquier prueba de laboratorio, aunque no sobre la
experiencia acumulada por la química como un todo.
Pero
mientras se veía la química de ese modo, los fenómenos
químicos eran ejemplos de leyes que diferían de las
que surgieron de la asimilación del nuevo paradigma de Dalton. Sobre todo, en tanto las soluciones continuaban siendo compuestos, ninguna
cantidad de experimentación química hubiera
podido, por sí misma, producir la ley
de las proporciones fijas. A fines del siglo XVIII se sabía generalmente
que algunos compuestos contenían, ordinariamente,
proporciones fijas, relativas a los pesos,
de sus constituyentes. Para algunas
categorías de reacciones, el químico alemán Richter incluso había anotado las regularidades actualmente abarcadas en la ley de los equivalentes químicos.22 Pero ningún
químico utilizó esas regularidades
excepto en recetas, y ninguno de
ellos, casi hasta fines del siglo, pensó en generalizarlas. Teniendo en cuenta los obvios ejemplos en contrario, como el vidrio o la sal en el
agua, no era posible ninguna generalización sin el abandono de la teoría
de la afinidad y la recon-ceptualización de los límites del dominio del químico. Esta consecuencia se hizo explícita al
final del siglo, en un famoso debate entre los químicos franceses Proust y Berthollet. El primero pre-
22 J. R. Partington, A Short History of Chemistry (2a ed.; Londres, 1951),
pp. 161-63.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 207
tendía que todas las reacciones químicas
tenían lugar en
proporciones fijas y el último que no era así. Ambos reunieron pruebas
experimentales impresionantes
para apoyar en ellas sus opiniones.
Sin embargo, los dos hombres necesariamente hablaron fuera de un lenguaje común y
su debate no llegó a ninguna conclusión.
Donde Berthollet veía un
compuesto que podía variar en proporción,
Proust veía sólo una
mezcla física.23 En
este caso, ningún experimento ni cambio de convención definicional hubiera podido
tener importancia. Los dos
hombres estaban tan fundamentalmente
en pugna involuntaria como lo habían
estado Galileo y Aristóteles.
Ésta era la situación que prevalecía
durante los años en que John
Dalton emprendió las investigaciones
que culminaron finalmente en su famosa
teoría atómica química. Pero hasta las últimas etapas de esas investigaciones,
Dalton no fue
un químico ni se interesaba por la química. Era, en lugar de ello, un meteorólogo que
investigaba lo que creía
que eran problemas físicos de
la absorción de gases por el agua y de agua por la atmósfera. En parte debido a que su
preparación
correspondía a otra especialización diferente y en parte debido a su propio
trabajo en esa
especialidad, abordó esos problemas con un paradigma distinto al de los químicos
contemporáneos suyos. En
particular, consideraba la mezcla
de gases o la absorción de un gas por el agua como procesos físicos en los cuales
las fuerzas de la afinidad
no desempeñaban ninguna función.
Por consiguiente, para él, la homogeneidad observada en las soluciones constituía un
problema; pero pensó
poder resolverlo, si lograba
23 A. N. Meldrum, "The
Development of the Atomic Theory: (1)
Berthollet's Doctrine of Variable Propor tions", Manchester Memoirs, LIV
(1910), 1-16.
208 CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO
determinar los tamaños y pesos relativos de
las diversas partículas atómicas en sus mezclas experimentales. Para determinar esos tamaños
y pesos, Dalton se volvió finalmente hacia la
química, suponiendo
desde el comienzo que, en la gama
restringida de reacciones que consideraba como químicas, los átomos sólo podían
combinarse unívocamente
o en alguna otra proporción
simple de números enteros.24 Esta suposición natural le permitió determinar los
tamaños y los pesos de partículas elementales, pero también convirtió a la ley de las proporciones constantes
en una tautología. Para Dalton, cualquier
reacción en la que los
ingredientes no entraran en proporciones fijas no era ipso
facto un
proceso puramente químico.
Una ley que los experimentos
no hubieran podido establecer antes de los trabajos de Dalton, se convirtió, una vez
aceptados esos trabajos, en un principio constitutivo que ningún conjunto simple de medidas
químicas hubiera podido
trastornar. Como resultado de lo
que es quizá nuestro ejemplo más completo de revolución científica, las mismas
manipulaciones químicas asumieron una relación con la generalización química muy diferente de la que
habían tenido antes.
No es preciso decir que las conclusiones de
Dalton fueron muy atacadas cuando las
anunció por primera vez.
Berthollet, sobre todo, no se convenció
nunca. Tomando en consideración la naturaleza
del problema, no necesitaba convencerse.
Pero para la mayoría de los químicos el nuevo paradigma de Dalton resultó
convincente allí
donde el de Proust no lo había sido, pues tenía implicaciones más amplias e
importantes que
un mero nuevo criterio para distinguir una
24 L.
K. Nash, "The Origin of Dalton's Chemical Atomic Theory", Isis, XLVII
(1956), 101-16.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 209
mezcla
de un compuesto. Por ejemplo, si los átomos sólo pudieran combinarse
químicamente en
proporciones simples de números enteros, entonces un nuevo examen de los datos
químicos existentes debería
mostrar ejemplos de proporciones múltiples así como de fijas. Por ejemplo, los químicos dejaron de escribir que los
dos óxidos del carbono, contenían 56 y 72 por ciento de oxígeno, en peso; en lugar de ello,
escribieron que
un peso de carbón se combinaría ya fuera con 1.3 o con 2.6 pesos de oxígeno. Cuando
se registraban de este modo los resultados de
las antiguas manipulaciones, saltaba a la vista una proporción de 2 a 1; y esto ocurría en el
análisis de muchas
reacciones conocidas, así como también de varias otras nuevas. Además, el
paradigma de Dalton hizo
que fuera posible asimilar el trabajo
de Richter y comprender toda su generalidad. Sugirió asimismo nuevos
experimentos, principalmente
los de Gay-Lussac, sobre la combinación
de volúmenes y esos experimentos dieron como resultado otras regularidades, con
las que los químicos no
habían soñado siquiera. Lo
que los químicos tomaron de Dalton no fueron nuevas leyes experimentales sino
un modo nuevo para practicar la química (Dalton mismo lo llamó "nuevo sistema de filosofía
química") y ello resultó
tan rápidamente fructífero que sólo unos cuantos de los químicos más viejos de
Francia e Inglaterra fueron
capaces de oponerse.25 Como resultado, los químicos pasaron a vivir en
un mundo en el que las reacciones se comportaban en forma completamente diferente de como lo
habían hecho antes. Mientras tenía lugar todo esto, ocurrió otro
25 A.
N. Meldrum, "The Develpoment of the Atomic Theory: (6) The Reception Accorded to the
Theory Advocated
by Dalton". Manchester Memoirs, LV (1911), 1-10
210 CAMBIOS DEL CONCEPTO
DEL MUNDO
cambio típico y muy importante. En diversos
lugares, comenzaron a cambiar los datos
numéricos de la
química. Cuando Dalton examinó primeramente
la literatura química para buscar datos en apoyo de su teoría física, encontró
varios registros de
reacciones que concordaban, pero le hubiera
sido casi imposible no descubrir otros que no lo hacían. Por ejemplo, las propias
mediciones que hizo Proust de los dos óxidos de cobre dieron como resultados una proporción
en peso de oxígeno de 1.47:1, en lugar de
2:1, que era lo que
exigía la teoría atómica; y Proust es justamente el hombre a quien pudiera
considerarse como el más
indicado para llegar a la proporción de Dalton.26
En realidad, era un experimentador muy fino
y su visión de la relación entre las
mezclas y los compuestos era muy cercana a la de Dalton. Pero es difícil hacer
que la naturaleza se ajuste a un
paradigma. De ahí que los enigmas de
la ciencia normal sean tan difíciles,
y he aquí la razón por la cual las mediciones tomadas sin un paradigma
conducen tan raramente a alguna conclusión definida. Por consiguiente, los
químicos no podían simplemente aceptar
la teoría de Dalton por las pruebas, debido a que gran parte de ellas eran todavía negativas. En lugar de ello, incluso después de aceptar la teoría, tuvieron que ajustar todavía a la naturaleza un proceso que, en realidad, hizo necesario el trabajo de casi otra generación. Cuando
se llevó a cabo, incluso el porcentaje de com-
26
Sobre Proust, véase "Berthollet's Doctrine of Variable Proportions", de Meldrum, Manchester Memoirs, LIV (1910), 8. La historia detallada de los cambios graduales en las mediciones de la composición
química y de
los pesos atómicos no ha sido escrita todavía; pero Partington, op. cit., proporciona muchas indicaciones útiles.
CAMBIOS DEL CONCEPTO DEL MUNDO 211
posición
de los compuestos conocidos resultó diferente. Los datos mismos habían cambiado.
Éste es el último de los
sentidos en que podemos desear
afirmar que, después de una revolución, los científicos trabajan en un mundo
diferente.
XI. LA INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
todavía debemos inquirir
cómo se cierran las. revoluciones científicas. Sin embargo, antes de hacerlo, parece
indicado un último intento para reforzar la convicción sobre su existencia
y su naturaleza.
Hasta ahora he tratado de mostrar revoluciones por medio de ejemplos y éstos
pueden multiplicarse ad nauseam. Pero, evidentemente, la mayor parte de esos ejemplos, que fueron deliberadamente seleccionados por su familiaridad,
habitualmente han sido considerados no como
revoluciones sino como adiciones al conocimiento
científico. Con la misma facilidad podría
tenerse también esa opinión de cualquier ilustración complementaria y es probable que ésta resultara ineficaz. Creo que hay excelentes razones por las que las revoluciones han resultado casi invisibles. Tanto los científicos como los
profanos toman gran parte de la imagen que tienen
de las actividades científicas creadoras, de una fuente de autoridad que
disimula sistemáticamente —en parte,
debido a razones funcionales
importantes— la existencia y la significación de las revoluciones científicas.
Sólo cuando se reconoce y se analiza la naturaleza de esta autoridad puede
esperarse que los ejemplos históricos
resulten completamente efectivos. Además, aunque este punto sólo podrá ser
desarrollado en la sección final de
este ensayo, el análisis necesario en este caso comenzará indicando uno
de los aspectos del trabajo científico que lo distingue con mayor claridad de cualquier otra empresa creadora, con
excepción, quizá, de la teología.
212
INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
213
Como fuente de autoridad, acuden a mi imaginación, sobre todo, los libros de texto
científicos junto con las
divulgaciones y las obras filosóficas
moldeadas sobre ellos. Estas tres categorías —hasta hace poco tiempo no se
disponía de otras fuentes importantes de información sobre la ciencia, excepto la práctica de la
investigación— tienen
una cosa en común. Se dirigen a un cuerpo ya articulado de problemas, datos y
teorías, con mayor
frecuencia que al conjunto particular
de paradigmas aceptado por la comunidad
científica en el momento en que dichos libros, fueron escritos. Los libros de texto mismos tienen como
meta el comunicar el
vocabulario y la sintaxis de un lenguaje
científico contemporáneo. Las obras de divulgación tratan de describir las mismas
aplicaciones, en un
lenguaje que se acerca más al de la
vida cotidiana. Y la filosofía de la ciencia, sobre todo la del mundo de habla inglesa,
analiza la estructura
lógica del mismo cuerpo de conocimientos
científicos, íntegro. Aunque un estudio
más completo tendría necesariamente que ocuparse de las distinciones muy reales
entre esos tres géneros,
sus similitudes son las que más nos
interesan por el momento. Las tres categorías registran los resultados estables de revoluciones pasadas y, en esa forma, muestran
las bases de la
tradición corriente de la ciencia normal. Para cumplir con su función, no necesitan
proporcionar informes
auténticos sobre el modo en que dichas bases fueron reconocidas por primera vez y más tarde adoptadas por la profesión.
En el caso de los libros de texto, por lo
menos, existen
incluso razones poderosas por las que, en esos temas, deban ser sistemáticamente engañosos.
En la
sección II señalamos
que con el surgimiento
de un primer paradigma en cualquier
214 INVISIBILIDAD DE LAS
REVOLUCIONES
campo
de la ciencia, existía una invariable concomitancia respecto a una seguridad
creciente en los
libros de texto o en sus equivalentes. En la última sección de este ensayo sostendremos
cómo el dominio por
dichos libros de texto de una ciencia
madura, diferencia de manera importante su patrón de desarrollo del de otros
campos. Por el momento,
demos por sentado que, hasta un
punto sin precedente en otros campos, tanto los conocimientos científicos de los profesionales
como los de los profanos se basan en libros
de texto y en unos cuantos tipos más, de
literatura derivada
de ellos. Sin embargo, puesto que los libros de texto son vehículos pedagógicos
para la perpetuación de la
ciencia normal, siempre que cambien
el lenguaje, la estructura de problemas o las normas de la ciencia normal, tienen,
íntegramente o en parte,
que volver a escribirse. En resumen,
deben volverse a escribir inmediatamente
después de cada revolución científica y, una vez escritos de nuevo, inevitablemente disimulan no sólo el papel desempeñado sino también la existencia misma de las revoluciones que los produjeron. A menos que personalmente haya
experimentado una revolución durante su propia vida, el sentido histórico del científico activo o el del lector profano de los libros de texto sólo se extenderá a los resultados más recientes de las
revoluciones en el campo.
Así
pues, los libros de texto comienzan truncando el sentido de los científicos sobre
la historia de su propia
disciplina y, a continuación, proporcionan
un substituto para lo que han eliminado.
Es característico que los libros de texto de ciencia contengan sólo un poco de
historia, ya
sea en un capítulo de introducción o, con mayor frecuencia, en dispersas referencias
a los grandes héroes de
una época anterior. Por me-
INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES 215
dio de esas referencias, tanto los
estudiantes como los
profesionales llegan a sentirse participantes de una extensa tradición histórica. Sin
embargo, la tradición
derivada de los libros de texto, en la que los científicos llegan a sentirse
participantes, nunca
existió efectivamente. Por razones que son obvias y muy funcionales, los libros de
texto científicos
(y demasiadas historias antiguas de la ciencia) se refieren sólo a las partes del
trabajo de científicos del
pasado que pueden verse fácilmente
como contribuciones al enunciado y a la solución de los problemas
paradigmáticos de los libros
de texto. En parte por selección y en parte por distorsión, los científicos de épocas
anteriores son
representados implícitamente como si hubieran trabajado sobre el mismo conjunto
de problemas fijos y de acuerdo con el mismo
conjunto de cánones
fijos que la revolución más reciente
en teoría y metodología científicos haya hecho presentar como científicos. No es
extraño que tanto los libros de texto como la tradición histórica que implican, tengan que volver a
escribirse
inmediatamente después de cada revolución científica. Y no es extraño que, al volver
a escribirse, la ciencia
aparezca, una vez más, en gran parte
como acumulativa.
Por
supuesto, los científicos no son el único grupo que tiende a ver el pasado de
su disciplina como
un desarrollo lineal hacia su situación actual. La tentación de escribir la historia
hacia atrás es
omnipresente y perenne. Pero los científicos se sienten más tentados a volver
a escribir la
historia, debido en parte a que los resultados de las investigaciones científicas no
muestran una dependencia
evidente sobre el contexto histórico
de la investigación y, en parte, debido a que, excepto durante las crisis y las
revoluciones,
la posición contemporánea de los científicos
216 INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
parece ser muy segura. Un número mayor de detalles históricos, tanto sobre el
presente de la ciencia como sobre su pasado o una mayor responsabilidad sobre los detalles históricos
presentados, sólo podría
dar un status artificial a la
idiosincrasia, los errores y las confusiones humanos. ¿Por qué honrar lo que los mejores y
más persistentes esfuerzos de la ciencia
han hecho posible
descartar? La depreciación de los hechos históricos se encuentra incluida,
profunda y es probable que
también funcionalmente, en la
ideología de la profesión científica, la misma profesión que atribuye el más elevado de
todos los valores a
detalles fácticos de otros tipos. Whitehead
captó el espíritu no histórico de la comunidad científica cuando escribió:
"Una ciencia
que vacila en olvidar a sus fundadores está perdida". Sin embargo, no estaba
completamente
en lo cierto, ya que las ciencias, como otras empresas profesionales, necesitan
a sus héroes y preservan
sus nombres. Afortunadamente, en lugar
de olvidar a esos héroes, los científicos han estado en condiciones de olvidar
o revisar sus trabajos.
El
resultado de ello es una tendencia persistente a hacer que la historia de la ciencia
parezca lineal o
acumulativa, tendencia que afecta incluso a los científicos que miran
retrospectivamente a
sus propias investigaciones. Por ejemplo, los tres informes incompatibles de Dalton sobre
el desarrollo de su atomismo químico hacen
resaltar el hecho de que
estaba interesado, desde una fecha
temprana, precisamente en aquellos problemas químicos de proporciones de combinación
cuya posterior resolución lo hizo famoso. En realidad, esos problemas parecen habérsele
ocurrido sólo cuando descubrió la solución y, aun entonces, no antes de que su propio trabajo
INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
217
creador estuviera casi completamente
terminado.1 Lo
que todos los informes sobre Dalton omiten, son los efectos revolucionarios de la
aplicación a la
química de un conjunto de cuestiones y conceptos que, anteriormente, estaba
restringido a la
física y a la meteorología. Es eso lo que hizo Dalton y el resultado fue una reorientación
hacia el campo, que
enseñó a los químicos a hacerse nuevas
preguntas y a sacar nuevas conclusiones de datos antiguos.
O también,
Newton escribió que Galileo había
descubierto que la fuerza constante de gravedad
produce un movimiento proporcional al cuadrado
del tiempo. En efecto, el teorema cinemático de
Galileo toma esa forma cuando se lo inserta en
la matriz de los conceptos dinámicos propios
de Newton. Pero Galileo no dijo nada parecido.
Su exposición sobre los cuerpos en caída rara
mente alude a fuerzas, y mucho menos a una
fuerza gravitacional uniforme que haga que los
cuerpos caigan.2 Atribuyendo a Galileo la res
puesta a una pregunta que los paradigmas de
Galileo no permitían plantear, el informe de New-
ton oculta el efecto de una reformulación peque
ña, aunque revolucionaria, sobre las preguntas
que se hacían los científicos en torno al movi
miento así como también sobre las respuestas
que estaban dispuestos a aceptar. Pero es justa
mente este cambio de formulación de las pregun
tas y las respuestas el que explica, mucho más
descubierto que la fuerza constante de gravedad
produce un movimiento proporcional al cuadrado
del tiempo. En efecto, el teorema cinemático de
Galileo toma esa forma cuando se lo inserta en
la matriz de los conceptos dinámicos propios
de Newton. Pero Galileo no dijo nada parecido.
Su exposición sobre los cuerpos en caída rara
mente alude a fuerzas, y mucho menos a una
fuerza gravitacional uniforme que haga que los
cuerpos caigan.2 Atribuyendo a Galileo la res
puesta a una pregunta que los paradigmas de
Galileo no permitían plantear, el informe de New-
ton oculta el efecto de una reformulación peque
ña, aunque revolucionaria, sobre las preguntas
que se hacían los científicos en torno al movi
miento así como también sobre las respuestas
que estaban dispuestos a aceptar. Pero es justa
mente este cambio de formulación de las pregun
tas y las respuestas el que explica, mucho más
1 L. K. Nash, "The Origins of Dalton's
Chemical Ato
mic Theory", Isis, XLVII (1956), 101-16.
mic Theory", Isis, XLVII (1956), 101-16.
2 Sobre
la observación de Newton, véase Sir Isaac
Newton's Mathematical Principles of Natural Philosophy
and His System of the World, de Florian Cajori (ed.)
(Berkeley, California, 1946), p. 21. El pasaje debe com
pararse con la propia discusión hecha por Galileo en su
obra Dialogues concerning Two New Sciences, trad. H.
Crew y A. de Salvio (Evanston, III., 1946), pp. 154-76.
Newton's Mathematical Principles of Natural Philosophy
and His System of the World, de Florian Cajori (ed.)
(Berkeley, California, 1946), p. 21. El pasaje debe com
pararse con la propia discusión hecha por Galileo en su
obra Dialogues concerning Two New Sciences, trad. H.
Crew y A. de Salvio (Evanston, III., 1946), pp. 154-76.
218 INVISIBILIDAD DE LAS
REVOLUCIONES
que los descubrimientos empíricos nuevos,
la transición de la dinámica de Aristóteles a la de Galileo y de la de éste a la de Newton. Al disimular esos cambios, la tendencia que tienen los libros
de texto a hacer lineal el desarrollo de la
ciencia, oculta un proceso
que se encuentra en la base de
los episodios más importantes del desarrollo científico.
Los
ejemplos anteriores muestran, cada uno de ellos en el contexto de una revolución
única, los comienzos de una reconstrucción de la historia que es completada,
regularmente, por los libros de texto científicos postrevolucionarios. Pero, en esa construcción, está involucrado
algo más que la
multiplicación de los datos históricos engañadores que ilustramos antes. Esos
datos engañadores hacen
que las revoluciones resulten invisibles;
la disposición del material que permanece
visible en los libros de texto implica un proceso que, caso de haber existido, habría
negado a las revoluciones toda función.
Puesto que su
finalidad es la de enseñar rápidamente al estudiante lo que su comunidad científica
contemporánea cree
conocer, los libros de texto tratan los
diversos experimentos, conceptos, leyes y teorías de la ciencia normal corriente, hasta
donde es posible,
separadamente y uno por uno. Como pedagogía,
esta técnica de presentación es incuestionable.
Pero cuando se combina con el aire generalmente
no histórico de los escritos científicos
y con las construcciones engañadoras ocasionales y sistemáticas que hemos
mencionado antes, son grandes las probabilidades de que se produzca la impresión siguiente: la ciencia
ha alcanzado su estado actual por medio de una
serie de descubrimientos e inventos
individuales que, al reunirse, constituyen el caudal moderno de conocimientos técnicos. La presentación
de
INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
219
un libro de texto implica que, desde el comienzo de la empresa científica, los profesionales se
han esforzado por las
objetividades particulares que se
encuentran incluidas en los paradigmas actuales. En un proceso comparado
frecuentemente a la adición de ladrillos a un edificio, los científicos han ido añadiendo uno por uno
hechos, conceptos, leyes y
teorías al caudal de información
que proporciona el libro de texto científico contemporáneo.
Pero
no es así como se desarrolla una ciencia. Muchos de los enigmas de la ciencia normal
contemporánea no
existieron hasta después de la revolución
científica más reciente. Son pocos los que, pudiendo remontarse en el tiempo hasta
los comienzos históricos de la ciencia, se
presentan en la
actualidad. Las generaciones anteriores se ocuparon de sus propios problemas, con
sus propios instrumentos y sus propios cánones de resolución. Tampoco son sólo los problemas
los que han cambiado;
más bien, todo el conjunto de
hechos y teorías, que el paradigma de los libros de texto ajusta a la naturaleza, ha
cambiado. Por
ejemplo, ¿es la constancia de la composición química un hecho simple de la experiencia
que los químicos
hubieran podido descubrir por medio
de experimentos llevados a cabo en cualquiera de los mundos en que han
practicado su ciencia?
¿O es más bien un elemento —además, indudable— en una construcción nueva de hechos y teorías asociadas que Dalton ajustó
a la experiencia química
anterior como un todo, cambiando
en el proceso dicha experiencia? O, por el mismo motivo, ¿es la aceleración
constante producida
por una fuerza constante un hecho simple
que los estudiosos de la dinámica han buscado siempre o es más bien la respuesta a
una pregunta que sólo se
planteó por primera vez
220 INVISIBILIDAD DE LAS
REVOLUCIONES
dentro de la teoría de Newton y que esta teoría podía responder a partir del caudal
disponible de
información antes de que se hiciera la pregunta?
Hacemos aquí esas preguntas con respecto a lo que, en su presentación en un libro de
texto, parecen ser hechos
gradualmente descubiertos. Pero,
obviamente, tienen también implicaciones para lo que el libro de texto presenta como
teorías. Por supuesto,
esas teorías "se ajustan a los hechos",
pero sólo mediante la transformación de la información previamente accesible en
hechos que, para el paradigma anterior, no existieron en absoluto. Y esto significa que las
teorías tampoco
evolucionaron gradualmente para ajustarse a hechos que se encontraban presentes
en todo tiempo. En lugar de ello, surgen al
mismo tiempo que los
hechos a los que se ajustan, a partir
de una reformulación revolucionaria de la tradición científica anterior, tradición en
la que la relación que
intervenía en los conocimientos entre
el científico y la naturaleza no era exactamente la misma.
Un
último ejemplo puede aclarar esta explicación del efecto de la presentación de los
libros de texto sobre
nuestra imagen del desarrollo científico.
Todo texto elemental de química debe presentar el concepto de elemento químico.
Casi siempre, cuando se presenta
esta noción, su origen
se atribuye al químico Robert
Boyle, del siglo
XVII, en cuya obra Sceptical Chymist un lector atento puede descubrir una definición
de 'elemento' muy cercana a
la que se emplea en la actualidad.
La referencia a las contribuciones de Boyle sirve para hacer que el novato se dé
cuenta de que la química
no se inició con las sulfa-midas; además, le indica que una de las tareas tradicionales de los científicos es
inventar con-
INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
221
ceptos de ese tipo. Como parte del arsenal
pedagógico que convierte
a un hombre en científico, la
atribución tiene un gran éxito. Sin embargo, ilustra una vez más, el patrón de errores
históricos que conduce,
tanto a los estudiantes como a
los profanos, a conclusiones erróneas sobre la naturaleza de la empresa científica.
Según Boyle, que estaba absolutamente en lo
cierto, su "definición" de un
elemento no era sino
una paráfrasis de un concepto químico tradicional ; Boyle lo ofreció sólo con el fin
de argumentar que lo que se
llama un elemento químico no
existe; desde el punto de vista histórico, la versión que hacen los libros de texto de la
contribución de Boyle
es absolutamente errónea.3 Por supuesto, ese error es trivial, aunque
no más que cualquier otra
representación errónea de datos.
Sin embargo, lo que no es trivial es la impresión de la ciencia, fomentada cuando
este tipo de
error es primeramente compuesto y luego incluido dentro de la estructura
técnica del texto. Como
'tiempo', 'energía', 'fuerza' o 'partícula', el concepto de elemento es el tipo de
ingrediente de
un libro de texto que, a menudo, no es inventado ni descubierto en absoluto. La
definición de Boyle puede hacerse remontar por lo menos hasta Aristóteles y se proyecta hacia adelante
a través de Lavoisier hasta los libros de texto modernos. Esto, sin embargo, no quiere decir que
la ciencia haya poseído el concepto moderno de
elemento desde la antigüedad. Las
definiciones verbales,
como la de Boyle, tienen poco contenido científico cuando se las considera en sí
mismas. No son
especificaciones lógicas y completas del significado (si existen), sino más bien
ayudas pedagógicas. Los conceptos científicos que indi-
3 T. S. Kuhn, "Robert Boyle and
Structural Chemistry in
the Seventeenth Century", Isis, XLIII
(1952), 26-29.
222 INVISIBILIDAD DE LAS
REVOLUCIONES
can sólo obtienen un significado pleno
cuando se relacionan,
dentro de un texto o de alguna otra presentación sistemática,
con otros conceptos científicos, con
procedimientos de manipulación y con aplicaciones
de paradigmas. De ello se desprende que
es casi imposible que conceptos tales como el de elemento puedan inventarse independientemente del contexto. Además, dado el contexto, raramente requieren ser inventados, puesto que se encuentran ya a mano. Tanto Boyle como Lavoisier cambiaron la significación química de 'elemento' en importantes aspectos; pero no
inventaron la noción, ni siquiera cambiaron
la fórmula verbal que le sirve de definición.
Tampoco, como ya hemos visto, tuvo Einstein que inventar o redefinir explícitamente
'espacio' y 'tiempo'
para darles dentro del contexto de su trabajo, un nuevo significado.
¿Cuál
fue entonces la función histórica de Boyle en la parte de su trabajo que incluye la
famosa "definición"?
Fue el líder de una revolución científica
que, mediante el cambio de la relación de 'elemento' en la manipulación y la teoría
químicas, transformó a la
noción en un instrumento muy
diferente del que antes había sido y, en el proceso, modificó a la química y al mundo
de los químicos.4 Otras revoluciones, incluyendo la que se centra sobre Lavoisier, tuvieron que darle al concepto su forma y
su función modernas. Pero Boyle proporciona un ejemplo típico tanto del proceso
involucrado en cada una de esas etapas como de lo que le sucede a ese proceso
cuando el conocimiento
existente es incluido en un libro de
texto. Más que cualquier otro aspecto singu-
4 Marie Boas, en su obra Robert Boyle and
Seventeenth-Century Chemistry (Cambridge, 1958) trata, en muchos puntos,
de las contribuciones hechas por Boyle a la evolución del concepto de elemento químico.
INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES
223
lar
de la ciencia, esta forma pedagógica ha determinado nuestra imagen de la naturaleza de
la ciencia y del papel desempeñado en su
progreso por los inventos y
los descubrimientos.
XII. LA RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
Los libros de texto que hemos estado
examinando sólo se producen
inmediatamente después de una
revolución científica. Son las bases para una nueva tradición de ciencia normal. Al
ocuparnos de la cuestión relativa a su estructura, está claro que hemos omitido una etapa. ¿Cuál es el
proceso mediante el que un
candidato a paradigma reemplaza a su predecesor? Cualquier interpretación nueva de la naturaleza, tanto si es un
descubrimiento como si se trata de una teoría, surge ini-cialmente, en la
mente de uno o de varios individuos.
Son ellos los primeros que aprenden a ver a la ciencia y al mundo de una manera
diferente y su
habilidad para llevar a cabo la transición es facilitada por dos circunstancias que no
son comunes a la mayoría
de los demás miembros de su
profesión. De manera invariable, su atención se ha concentrado intensamente en los
problemas provocadores
de crisis; además, habitualmente, son
hombres tan jóvenes o tan novatos en el campo en crisis, que la práctica los ha
comprometido menos
profundamente que a la mayor parte de sus contemporáneos en la opinión sobre el
mundo y sobre las reglas
determinadas por el antiguo paradigma.
¿Cómo pueden y qué deben hacer para
convencer a toda la profesión, o al subgrupo profesional pertinente, de que su modo de
ver a la ciencia y al
mundo es el correcto? ¿Qué hace que
el grupo abandone una tradición de investigación normal en favor de otra?
Para
ver el apremio de estas preguntas, recuérdese que son las únicas
reconstrucciones que puede
suministrar el historiador para satisfacer a las inquisiciones de los filósofos sobre
las prue-
224
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
225
bas,
la verificación o la falsación de teorías científicas establecidas. Hasta el grado en que
se dedique a la ciencia normal, el
investigador es un solucionador de enigmas, no alguien que ponga a prueba los paradigmas. Aunque durante la
búsqueda de la solución
de un enigma particular puede
ensayar una serie de métodos alternativos para abordar el problema descartando los
que no le dan los
resultados deseados, al hacerlo no estará
poniendo a prueba al paradigma. En lugar
de ello, será como el jugador de ajedrez
que, frente a un problema
establecido y con el tablero,
física o mentalmente ante él, ensaya varios movimientos alternativos para buscar la
solución. Esos intentos
de prueba, tanto si son hechos por el
jugador de ajedrez como si los lleva a cabo el científico, son sólo pruebas para ellos
mismos, no para las reglas
del juego. Sólo son posibles en tanto
se dé por sentado el paradigma. Por consiguiente, la prueba de un paradigma sólo
tiene lugar cuando el
fracaso persistente para obtener la
solución de un problema importante haya producido una crisis. E incluso entonces,
solamente se produce
después de que el sentimiento de
crisis haya producido un candidato alternativo a paradigma. En las ciencias, la
consolidación de la
prueba no consiste simplemente, como sucede con la resolución de enigmas, en la
comparación de un
paradigma único con la naturaleza. En lugar de ello, la prueba tiene lugar como
parte de la competencia entre dos paradigmas rivales, para obtener la aceptación por parte
de la comunidad científica.
Al
examinarla de cerca, esta formulación muestra paralelos inesperados, y probablemente
importantes, con dos de las teorías filosóficas contemporáneas más populares
sobre la verificación. Pocos
filósofos de la ciencia buscan todavía cri-
226 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
terios absolutos para la verificación de
las teorías científicas. Al notar que ninguna teoría puede exponerse siempre a todas las pruebas
posibles y pertinentes, no
preguntan si una teoría ha sido verificada sino, más bien, sobre sus
probabilidades,
teniendo en cuenta las pruebas que ya existen. Y para responder a esta pregunta, una
escuela importante se siente impulsada a
comparar la capacidad de
diferentes teorías para explicar las
pruebas que se encuentran a mano. Esta insistencia en comparar teorías es
también característica
de la situación histórica en la que se acepta una nueva teoría; es muy probable
que indique uno de los
sentidos en que se dirigirán las
futuras discusiones sobre la verificación.
Sin
embargo, en sus formas más habituales, todas las teorías de verificación de
probabilidades recurren
a uno u otro de los lenguajes de observación puros o neutros que estudiamos en la
sección X. Una
teoría de probabilidades exige que
comparemos la teoría científica dada con todas las demás que puedan imaginarse, para
que se ajusten al mismo
conjunto de datos observados.
Otra exige la construcción imaginaria de todas las pruebas a que pueda someterse a la
teoría científica dada.1 Aparentemente, parte de esa construcción es necesaria para el cálculo
de las probabilidades
específicas, absolutas o relativas, y es
difícil ver cómo puede lograrse una construcción semejante. Si, como ya hemos
señalado, no puede haber ningún sistema de lenguaje o de conceptos que sea científica o
empíricamente neutro,
la construcción propuesta de pruebas y teo-
1 Para obtener un
bosquejo breve de los principales caminos que conducen a las teorías de la
verificación probabilistas, véase Principles of the Theory of Probability, Vol. I, núm. 6, de Ernest Nagel, International Encyclopedia of Unified Science, pp. 60-75.
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
227
rías alternativas deberá proceder de alguna
tradición basada en un
paradigma. Con esta limitación, no
tendría acceso a todas las experiencias o teorías posibles. Como resultado de ello, las
teorías probabilistas
disimulan la situación de verificación
tanto como la iluminan. Aunque esta situación, como insisten, depende de la
comparación de
teorías y de muchas pruebas presentadas, las teorías y observaciones en
cuestión están siempre estrechamente
relacionadas con otras ya existentes.
La verificación es como la selección natural: toma las más viables de las
alternativas reales, en una
situación histórica particular. El hecho de si esta elección es la mejor que
pudo hacerse si se hubiera
dispuesto todavía de otras alternativas o si los datos hubieran sido de otro tipo,
no es una pregunta que
pueda plantearse de manera útil.
No hay instrumentos que puedan emplearse para encontrar las respuestas pertinentes.
Un método muy distinto para abordar todo este conjunto de problemas ha sido
desarrollado por Karl R. Popper, quien niega la existencia de todo procedimiento de verificación.2
En su lugar, hace hincapié
en la importancia de la falsa-ción,
o sea de la prueba que, debido a que su resultado es negativo, hace necesario
rechazar una teoría
establecida. Claramente, el papel atribuido así a la falsación se parece mucho al
que en este ensayo
atribuimos a las experiencias anómalas;
o sea, a las experiencias que, al provocar crisis, preparan el camino hacia una nueva
teoría. Sin embargo,
las experiencias anómalas no pueden identificarse con las de falsación. En realidad, dudo mucho que existan estas
últimas.
2 K. R. Popper, The Logic
of Scientific Discovery (Nueva York, 1959), sobre todo los caps. I-IV. Versión al español: La lógica del descubrimiento científico. Ed. Tecnos.
228 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
Como
repetidamente hemos subrayado con anterioridad, ninguna teoría resuelve nunca
todos los problemas
a que en un momento dado se enfrenta,
ni es frecuente que las soluciones ya alcanzadas sean perfectas. Al contrario, es
justamente lo
incompleto y lo imperfecto del ajuste entre la teoría y los datos existentes lo que, en
cualquier momento,
define muchos de los enigmas que caracterizan
a la ciencia normal. Si todos y cada uno de los fracasos en el ajuste sirvieran
de base para rechazar las
teorías, todas las teorías deberían ser rechazadas en todo momento. Por otra parte, si sólo un fracaso contundente en el
ajuste justifica el rechazo de la teoría, entonces los seguidores de Popper necesitarán cierto criterio de "improbabilidad" o de "grado
de demostración de
falsación". Al desarrollar un criterio, es casi seguro que se enfrentarán al mismo tejido
de dificultades que ha obsesionado a los
partidarios de
las diversas teorías de verificación proba-bilista.
Muchas de las dificultades precedentes
pueden evitarse reconociendo que tanto las opiniones prevalecientes como las opuestas, con
respecto a la
lógica básica de la investigación científica, han tratado de comprimir en uno solo dos
procesos muy separados. La
experiencia anómala de Popper es
importante para la ciencia, debido a que produce competidores para un paradigma
existente. Pero la
demostración de falsación aunque seguramente
tiene lugar, no aparece con el surgimiento, o simplemente a causa del
surgimiento de
una anomalía o de un ejemplo que demuestre la falsación. En lugar de ello, es un
proceso subsiguiente y separado que igualmente bien podría llamarse verificación, puesto que consiste
en el triunfo de un nuevo paradigma sobre el
anterior. Además, es en
este proceso conjunto de
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES 229
verificación
y demostración de falsación en donde desempeña un papel crucial la comparación
pro-babilista de
teorías. Creo que esa formulación en
dos etapas tiene la virtud de una gran verosimilitud y puede capacitarnos
también para comenzar
a explicar el papel del acuerdo (o del desacuerdo) entre el hecho y la teoría en
el proceso de
verificación. Para el historiador al menos, tiene poco sentido el sugerir que la
verificación es
establecer el acuerdo del hecho con la teoría. Todas las teorías que tuvieron
significado histórico
estuvieron acordes con los hechos; pero sólo en forma relativa. No existe ninguna
respuesta más
precisa para la pregunta de si una teoría individual se ajusta a los hechos y hasta
qué punto lo hace. Pero
pueden plantearse preguntas
muy similares a ésas, cuando se toman las teorías colectivamente o por parejas. Cabe
preguntar cuál de dos teorías, reales y en competencia, se ajusta mejor a los hechos. Por ejemplo, aunque ni la teoría de Priestley ni la de Lavoisier concordaban precisamente con las
observaciones existentes,
pocos contemporáneos dudaron más de
una década en llegar a la conclusión de que, de las dos, la teoría de Lavoisier era la que mejor se ajustaba.
Sin embargo, esta formulación hace que la
tarea de escoger entre paradigmas parezca más
fácil y familiar de lo que es en realidad.
Si no hubiera más que un
conjunto de problemas científicos,
un mundo en el que poder ocuparse de ellos y un conjunto de normas para su
resolución, la competencia
entre paradigmas podría resolverse
por medio de algún proceso más o menos rutinario, como contar el número de
problemas resueltos
por cada uno de ellos. Pero, en realidad, esas condiciones no son satisfechas
completamente nunca. Quienes proponen los paradigmas
230 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
en competencia se encuentran siempre, por
lo menos ligeramente, en pugna involuntaria.
Ninguna de las partes
dará por sentadas todas las suposiciones
no empíricas que necesita la otra para
poder desarrollar su argumento; como Proust y Berthollet, cuando discutieron sobre la
composición de los
compuestos químicos, estarán, hasta cierto
punto, obligadas a hablar sin entenderse; aunque cada una de ellas podrá esperar
convencer a la otra de su
modo de ver su ciencia y sus problemas,
ninguna de ellas podrá esperar probar
su argumento. La competencia entre paradigmas no es el tipo de batalla que pueda
resolverse por
medio de pruebas.
Ya
hemos visto varias razones por las que los proponentes de paradigmas en
competencia necesariamente
fracasan al entrar en contacto completo
con los puntos de vista de los demás. Colectivamente, estas razones han sido
descritas como
la inconmensurabilidad de las tradiciones científicas normales anteriores y
posteriores a las
revoluciones, y sólo necesitaremos repetirlas brevemente. En primer lugar, los
proponentes de paradigmas
en competencia estarán a menudo en desacuerdo con respecto a la lista de
problemas que
cualquier candidato a paradigma deba resolver. Sus normas o sus definiciones de la
ciencia serán diferentes.
¿Debe una teoría del movimiento
explicar la causa de la fuerza de atracción entre partículas de materia o puede
simplemente notar la
existencia de esas fuerzas? La dinámica
de Newton fue ampliamente rechazada debido a que, a
diferencia de las teorías de Aristóteles
y de Descartes, implicaba la última respuesta a la pregunta. Por consiguiente,
cuando se aceptó la teoría
de Newton, una pregunta fue eliminada de la ciencia. Sin embargo, la
relatividad general
podría públicamente enorgullecerse
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
231
de haber resuelto
esa pregunta. También la teoría química de Lavoisier, diseminada a lo largo del siglo XIX,
impidió a los químicos plantear la pregunta de por qué se parecían tanto los
metales,
pregunta que la química del flogisto había planteado y respondido. La
transición al paradigma de Lavoisier,
como
la que tuvo lugar al de Newton, significo
no solo la pérdida de una pregunta permitida sino también la de una solución lograda; sin
embargo, tampoco esa pérdida fue permanente. En el siglo xx, las preguntas
respecto
a las cualidades de las substancias químicas han sido nuevamente incluidas en la
ciencia, junto
con algunas respuestas.
Sin embargo, está
implicado algo más que la inconmensurabilidad de las normas. Puesto que los nuevos paradigmas nacen de los
antiguos, incorporan ordinariamente
gran parte del vocabulario y de los
aparatos, tanto conceptuales como de
manipulación, que previamente empleó el paradigma tradicional. Pero es
raro que empleen exactamente del modo
tradicional a esos elementos que han tomado prestados. En el nuevo paradigma, los términos, los conceptos y los experimentos
antiguos entran en relaciones diferentes unos
con otros. El resultado inevitable es lo que debemos llamar, aunque el
término no sea absolutamente correcto, un
malentendido entre las dos escuelas
en competencia. El profano que fruncía
el ceño ante la teoría general de la relatividad de Einstein, debido
a que el espacio no podía ser "curvo" —no era exactamente eso—, no estaba
simplemente equivocado o engañado. Tampoco los matemáticos, los físicos y los
filósofos que trataron de
desarrollar una versión euclideana de la
teoría de Einstein.3
Lo
que an-
3 Sobre las reacciones de los profanos ante el concepto del espacio curvo, véase Einstein, His Life and Times,
232 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
teriormente
se entendía por espacio, era necesariamente
plano, homogéneo, isotrópico y no afectado por la presencia de la materia. De no
ser así, la física de Newton no hubiera dado resultado. Para llevar a cabo la transición al
universo de Einstein, todo el conjunto conceptual cuyas
ramificaciones son el espacio, el tiempo, la materia, la fuerza, etc., tenía
que cambiarse y establecerse
nuevamente sobre el conjunto de la naturaleza. Sólo los hombres que habían
sufrido juntos o no habían logrado sufrir esa transformación serían capaces de descubrir
precisamente en
qué estaban o no de acuerdo. La comunicación a través de la línea de división
revolucionaria
es inevitablemente parcial. Por ejemplo, tómese en consideración a los hombres que
llamaron loco a Copérnico
porque proclamó que la Tierra se
movía. No estaban tampoco simple o completamente equivocados. Parte de lo que
entendían por
'Tierra' era una posición fija. Por lo menos, su tierra no podía moverse. De la misma
manera, la innovación
de Copérnico no fue sólo mover la
Tierra; por el contrario, fue un modo completamente nuevo de ver los problemas de la
física y de la astronomía,
que necesariamente cambiaba el significado de 'Tierra' y de 'movimiento'.4
Sin esos cambios, el
concepto de que la Tierra se movía
era una locura. Por otra parte, una vez
de Philipp Frank, trad. y ed. por G. Rosen y S. Kusaka (Nueva York, 1947), pp. 142-46. Sobre algunos de los intentos
hechos para preservar los triunfos de la relatividad general dentro de un espacio euclideano, véase Einstein and the
universe, de
C. Nordmann, trad. J.
McCabe (Nueva York, 1922), cap. IX.
4 T. S. Kuhn, The Copemican
Revolution (Cambridge, Mass., 1957),
caps, III, IV y VII. Uno de los temas principales de todo el libro es el punto sobre hasta dónde el heliocentrismo fue algo más que una
cuestión estrictamente
astronómica.
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
233
llevados a cabo y comprendidos, tanto
Descartes como Huyghens comprendieron que el movimiento de la Tierra era una cuestión que
carecía de contenido para la ciencia.5
Estos ejemplos señalan hacia el tercero y
más fundamental de los
aspectos de la inconmensurabilidad
de los paradigmas en competencia. En un sentido que soy incapaz de explicar de
manera más completa,
quienes proponen los paradigmas en
competencia practican sus profesiones en mundos diferentes. Unos contienen cuerpos
forzados que caen lentamente
y otro péndulos que repiten sus
movimientos una y otra vez. En un caso, las soluciones son compuestos, en otro,
mezclas. Uno se
encuentra inserto en una matriz plana del espacio, el otro en una curva. Al
practicar sus profesiones
en mundos diferentes, los dos grupos de científicos ven cosas diferentes cuando
miran en la misma dirección desde el mismo punto. Nuevamente, esto no quiere decir que pueden
ver lo que deseen. Ambos miran al mundo y aquello a lo que miran no ha cambiado.
Pero, en ciertos campos, ven
cosas diferentes y las ven en
relaciones distintas unas con otras. Es por eso por lo que una ley que ni
siquiera puede ser establecida por demostración a un grupo de científicos, a veces puede parecerle a otro
intuitivamente evidente.
Por eso, asimismo, antes de que puedan
esperar comunicarse plenamente, un grupo o el otro deben experimentar la conversión
que hemos estado
llamando cambio de paradigma. Precisamente
porque es una transición entre inconmensurables,
la transición entre paradigmas en
competencia no puede llevarse a cabo paso a paso, forzada por la lógica y la
experiencia neu-
5 Max
Jammer, Concepts of Space (Cambridge,
Mass., 1954),
pp. 118-24.
234 RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
tral. Como el cambio de forma (Gestalt), debe tener lugar de una sola vez (aunque no
necesariamente
en un instante) o no ocurrir en absoluto. Entonces, ¿cómo llegan los científicos a
hacer esta trasposición?
Parte de la respuesta es que con
mucha frecuencia no la hacen. El coperni-canismo obtuvo muy pocos adeptos durante
casi un siglo después de
la muerte de Copérnico. El trabajo
de Newton no fue generalmente aceptado, sobre todo en la Europa continental,
durante más de medio siglo
después de la aparición de los Principia.6 Priestley nunca aceptó la teoría del oxígeno, ni Lord Kelvin la teoría electromagnética y así sucesivamente. Las
dificultades de conversión
han sido notadas con frecuencia por los
científicos mismos. Darwin, en un pasaje particularmente perceptivo al final de su Origin of
Species, escribió:
"Aunque estoy plenamente convencido de la verdad de las opiniones expresadas en este volumen..., no espero
convencer, de
ninguna manera, a los naturalistas experimentados cuyas mentes están llenas de una
multitud de hechos que,
durante un transcurso muy grande
de años, han visto desde un punto de vista directamente opuesto al mío... Pero miro
con firmeza hacia el
futuro, a los naturalistas nuevos
y que están surgiendo, porque serán capaces de ver ambos lados de la cuestión con
imparcialidad".7
Y Max Planck, pasando revista a su propia carrera en su Scientific
Autobiography, escribió
con tristeza que "una nueva verdad científica no triunfa por medio del convencimiento de
sus
6 I.
B. Cohen, Franklin and Newton: An Inquiry
into Speculative Newtonian Experimental Science
and Franklin's Work in Electricity as an Example Thereof (Fila-delfia, 1956), pp.
93-94.
7 Charles
Darwin, On the Origin of Species... (edición autorizada de la 6a ed. inglesa; Nueva York, 1889), II, 295-96.
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
235
oponentes, haciéndoles ver la luz, sino más
bien porque dichos
oponentes llegan a morir y crece una nueva generación que
se familiariza con ella".8 Estos
hechos y otros similares son demasiado comúnmente conocidos como para necesitar
insistir en ellos. Pero sí necesitan ser reevaluados. En el pasado a menudo han sido considerados como indicación de que los científicos, debido a
que son sólo seres humanos, no siempre pueden admitir sus errores, ni siquiera cuando se enfrentan a pruebas concretas. Yo más bien afirmaría que en estos temas no son pruebas ni errores los que están cuestionados. La transferencia de la aceptación de un paradigma a otro es una experiencia de conversión que no se puede forzar. La resistencia de toda una vida, sobre todo por parte de aquellos cuyas carreras fecundas
los han hecho comprometerse con una tradición más antigua de ciencia normal, no es una violación de las normas científicas, sino un índice de la naturaleza de la investigación científica misma. La fuente de la resistencia reside en la seguridad de que el paradigma de mayor antigüedad finalmente resolverá todos sus problemas, y de que la naturaleza puede compelerse dentro de los marcos proporcionados por el paradigma. En épocas revolucionarias, inevitablemente esa seguridad se muestra como terca y tenaz,
lo que en ocasiones incluso llega a ser. Pero es también algo más que eso. Esta misma seguridad es la que hace posible a una ciencia, normal o solucionadora de enigmas. Y es sólo a través de la ciencia normal como la comunidad profesional primeramente logra explotar el alcance potencial y la justeza del paradigma más
8 Max Planck, Scientific
Autobiography and Other Papers, trad. F. Gaynor (Nueva York, 1949), pp. 33-34.
236 RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
antiguo y más tarde, aislar la aporía de
cuyo estudio pueda surgir
un nuevo paradigma.
No obstante, el pretender que la
resistencia es inevitable
y legítima y que el cambio de paradigma no puede justificarse por medio de
pruebas, no quiere decir que
no haya argumentos pertinentes
o que no sea posible persuadir a los científicos de que cambien de manera de pensar.
Aunque a veces se requiere de una
generación para
llevar a cabo el cambio, las comunidades científicas se han convertido una vez tras
otra a los nuevos
paradigmas. Además, esas conversiones
no ocurren a pesar del hecho de que los científicos sean humanos, sino debido a que
lo son. Aunque algunos científicos, sobre todo
los más viejos y
experimentados, puedan resistirse indefinidamente,
la mayoría de ellos, en una u otra
forma, podrán ser logrados. Las conversiones se producirán poco a poco hasta cuando,
después de que los
últimos en oponer resistencia mueran,
toda la profesión se encuentre nuevamente practicando de acuerdo con un solo
paradigma, aunque diferente. Debemos por consiguiente, inquirir cómo se induce a la
conversión y
cómo se encuentra resistencia.
¿Qué tipo de respuesta puede esperarse a
esta pregunta? Tan sólo
debido a que se refiere a técnicas
de persuasión o a argumentos y contra-argumentos en una situación en la que no
puede haber pruebas,
nuestra pregunta es nueva y exige
un tipo de estudio que no ha sido emprendido antes. Debemos prepararnos para una inspección
muy parcial e impresionante. Además, lo que
ya se ha dicho se combina con el resultado
de esta inspección para sugerir que, cuando se
pregunta algo, más
sobre la persuasión que sobre las
pruebas, el problema de la naturaleza de la argumentación científica no tiene una
respuesta
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
237
única o uniforme. Los científicos
individuales aceptan un nuevo paradigma por toda clase de razones y,
habitualmente, por varias al mismo tiempo.
Algunas de esas razones —por ejemplo, el culto al Sol que contribuyó a que Kepler se convirtiera en partidario de Copérnico— se
encuentran enteramente fuera de la esfera
aparente de la ciencia.9
Otras deben depender de idiosincrasias
de autobiografía y personalidad. Incluso la nacionalidad o la reputación anterior
del innovador y de sus maestros pueden a veces desempeñar un papel importante.10 Por
tanto, en última instancia,
debemos aprender a hacer esa pregunta de
una manera diferente. No deberemos interesarnos por los argumentos que de
hecho convierten
a uno u otro individuo, sino más bien por el tipo de comunidad que siempre, tarde
o temprano, se reforma como un grupo único.
Voy, sin embargo, a aplazar este problema para la sección final, examinando
mientras tanto algunos de los
tipos de argumentos que resultan particularmente efectivos en las batallas sobre
cambios de paradigmas.
Probablemente la pretensión simple de mayor
9 Con respecto al papel del culto al Sol en el pensa
miento de Kepler, véase The Metaphysical Foundations of
Modern Physical Science, de E. A. Burtt (ed. rev.; Nueva
York, 1932), pp. 44-49.
miento de Kepler, véase The Metaphysical Foundations of
Modern Physical Science, de E. A. Burtt (ed. rev.; Nueva
York, 1932), pp. 44-49.
10 Sobre el papel de la reputación, tómese en conside
ración lo siguiente: Lord Rayleigh, en una época en que
su reputación estaba ya bien establecida, sometió a la
Asociación Británica un documento sobre varias para
dojas de la electrodinámica. Por inadvertencia, su nom
bre fue omitido cuando se envió el documento por primera
vez y dicho escrito fue primeramente rechazado como
obra de algún "hacedor de paradojas". Poco después,
con el nombre del autor en su lugar, el documento fue
aceptado con toda clase de excusas (R. J. Strutt, 4° Barón
Rayleigh, John William Strutt, Third Baron Rayleigh
[Nueva York, 1924], p. 228).
ración lo siguiente: Lord Rayleigh, en una época en que
su reputación estaba ya bien establecida, sometió a la
Asociación Británica un documento sobre varias para
dojas de la electrodinámica. Por inadvertencia, su nom
bre fue omitido cuando se envió el documento por primera
vez y dicho escrito fue primeramente rechazado como
obra de algún "hacedor de paradojas". Poco después,
con el nombre del autor en su lugar, el documento fue
aceptado con toda clase de excusas (R. J. Strutt, 4° Barón
Rayleigh, John William Strutt, Third Baron Rayleigh
[Nueva York, 1924], p. 228).
238 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
relevancia que plantean quienes proponen un
nuevo paradigma es la de que pueden
resolver los problemas que
condujeron al paradigma antiguo a la crisis. Cuando de manera legítima puede
hacerse esta pretensión con frecuencia es la más efectiva posible. En el campo en que se
propone, se sabe que el
paradigma se encuentra en dificultades. Estas dificultades han sido exploradas
repetidamente y las tentativas para vencerlas
han resultado vanas una
y otra vez. Se han reconocido
y atestiguado "experimentos cruciales" —los que son capaces de establecer una
discriminación
particularmente clara entre los dos paradigmas—, antes de que se inventara siquiera
el nuevo paradigma. Copérnico pretendía, en
esa forma, que había
resuelto el problema que se había
resistido durante tanto tiempo sobre la longitud del año del calendario, Newton que había reconciliado la mecánica
terrestre con la celeste, Lavoisier
que había resuelto los problemas de identidad de los gases y de las relaciones
de peso y Einstein que había hecho que la electrodinámica fuera compatible con una ciencia del
movimiento revisada.
Las
pretensiones de este tipo tienen muchas probabilidades de tener éxito si el nuevo
paradigma muestra una
precisión cuantitativa sorprendentemente
mayor que la de su competidor más
antiguo. La superioridad cuantitativa de las tablas Rudolphine de Kepler sobre todas las que habían sido calculadas desde la aparición
de la teoría de Tolomeo, fue un factor importante para la conversión de los astrónomos al
copernicanis-mo.
El éxito de Newton para predecir observaciones astronómicas cuantitativas fue
probablemente la razón
singular más importante del triunfo
de su teoría sobre sus competidoras más razonables, pero más uniformemente
cualitativas.
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES 239
Y en este siglo, el sorprendente éxito
cuantitativo tanto
de la ley de la radiación de Planck como de la del átomo de Bohr, persuadieron
rápidamente a
los físicos de que debían adoptarlas, aun cuando, viendo la ciencia física como un todo,
esas dos contribuciones
creaban muchos más problemas de los que resolvían.11
La
pretensión de haber resuelto los problemas provocadores de una crisis, sin embargo,
raramente es suficiente
por sí sola. Además, no siempre
puede hacerse de manera legítima. En efecto, la teoría de Copérnico no era más exacta
que la de Tolomeo y no
condujo directamente a ningún
mejoramiento en el calendario. O también, la teoría ondulatoria de la luz no tuvo,
durante varios años después
de haber sido proclamada, ni siquiera
el mismo éxito que su rival corpuscular para resolver los efectos de polarización,
que eran una de las
causas principales de la crisis de
la óptica. A veces, la práctica floja que caracterice a la investigación no-ordinaria
producirá un
candidato a paradigma que, inicialmente, no contribuya en absoluto a resolver los
problemas que
provoquen la crisis. Cuando eso suceda, deberán obtenerse pruebas de otros
lugares del campo,
como de todas formas sucede con frecuencia. En estas otras zonas pueden desarrollarse
paradigmas
particularmente persuasivos si el nuevo paradigma permite la predicción de
fenómenos totalmente
insospechados cuando prevalecía el paradigma anterior.
Por
ejemplo, la teoría de Copérnico sugirió que los planetas debían ser similares a la
Tierra,
11 Con respecto a los problemas creados por la teoría cuántica, véase The Quantum Theory, de F. Reiche (Londres, 1922), caps, II, VI-IX. Con respecto
a los demás ejemplos
de este párrafo, véanse las referencias anteriores de esta sección.
240
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
que Venus debía mostrar fases y que el
Universo debía ser muchísimo
más grande de lo que hasta entonces
se había supuesto. Como resultado de ello, cuando, sesenta años después de su
muerte, los telescopios
descubrieron repentinamente montañas
en la Luna, las fases de Venus y un número inmenso de estrellas cuya existencia
no se sospechaba
siquiera, esas observaciones dieron a la nueva teoría muchísimos adeptos,
principalmente entre
los no astrónomos.12 En el caso de la teoría ondulatoria, una de las causas
principales de la
conversión de profesionales resultó más dramática. La resistencia opuesta por los
franceses se
derrumbó de repente y de una manera relativamente completa, cuando Fresnel logró
demostrar la existencia
de un punto blanco en el centro de
la sombra de un disco. Era un efecto que ni siquiera él había esperado, pero que
Poisson, inicialmente uno de sus oponentes, había demostrado que era una
consecuencia necesaria aunque absurda de la teoría de Fresnel.13 A
causa de la valía de su impacto y de que de manera evidente, desde un principio, no habían sido
incluidos en la
nueva teoría, argumentos como estos resultan especialmente persuasivos. A veces esa
fuerza complementaria
puede explotarse, incluso a través
de fenómenos que han sido observados mucho antes de que se presentara la teoría que
los explica. Por ejemplo, Einstein no parece haber previsto que la relatividad general
explicara con precisión la conocida anomalía en el movimiento del perihelio de Mercurio y experimentó el
triunfo consiguiente cuando lo logró.14
12 Kuhn, op.
cit., pp. 219-25.
13 E.
T. Whittaker, A History of the Theories
of Aether and Electricity, I (2a ed.; Londres, 1951), 108.
14 Véase ibid., II (1953), 151-80, sobre el desarrollo de la relatividad general. Con respecto a la
reacción de Einstein sobre el acuerdo preciso de la teoría con
el movi-
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES 241
Todos los argumentos en pro de un nuevo paradigma que hemos presentado hasta ahora,
han estado basados en la
habilidad comparativa de un
competidor para resolver problemas. Para los científicos, esos argumentos son
ordinariamente
los más importantes y persuasivos. Los ejemplos anteriores no deben dejar dudas
sobre el origen de su
inmensa atracción. Pero, por razones
que veremos dentro de poco, no son ni individual ni colectivamente apremiantes.
Afortunadamente, hay
también otro tipo de consideración que puede conducir a los científicos a
rechazar un antiguo
paradigma, en favor de otro nuevo. Éstos
son los argumentos, raramente establecidos explícitamente, que hacen un
llamamiento al sentido
que tienen los individuos de lo apropiado y de lo estético: se dice que la nueva teoría
es "más neta", "más
apropiada" o "más sencilla" que la antigua. Es probable que esos
argumentos sean menos efectivos en las ciencias que en la matemática. Las primeras versiones de la
mayoría de los nuevos paradigmas son
aproximadas. Para
cuando puede desarrollarse toda su atracción estética, la mayor parte de la
comunidad ha sido
persuadida por otros medios. Sin embargo, la importancia de las consideraciones de
estética puede ser a veces
decisiva. Aunque a menudo sólo
atraen a unos cuantos científicos hacia una nueva teoría, es posible que su triunfo
final dependa
precisamente de esos pocos. Si por fuertes razones individuales no lo hubieran
tomado a su cargo
rápidamente, el nuevo candidato a paradigma pudiera no desarrollarse nunca lo
suficiente como para atraer a la comunidad científica como un todo.
miento
observado del perihelio de Mercurio, véase In carta citada en Albert
Einstein, Philosopher-Scientist, de P. A. Schilpp (ed.), Evanston, III., 1949), p. 101.
242 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
Para
ver las razones de la importancia de esas consideraciones más subjetivas y
estéticas, recuérdese
qué es un debate paradigmático. Cuando por primera vez se propone un candidato
a paradigma, es raro que haya resuelto más
que unos cuantos de los
problemas a que se enfrenta y la
mayoría de las soluciones distarán mucho todavía de ser perfectas. Hasta Kepler, la teoría de Copérnico apenas había logrado
mejorar las predicciones de
posición planetaria que había hecho Tolomeo. Cuando Lavoisier vio el oxígeno como "el aire mismo
entero", su nueva teoría
no podía enfrentarse en absoluto a los problemas presentados por la proliferación de
nuevos gases, un
argumento que utilizó con gran éxito
Priestley en su contraataque. Los casos como el
del punto blanco de Fresnel son extremadamente raros. Ordinariamente, es sólo mucho
más tarde, después de
que el nuevo paradigma ha sido
desarrollado, aceptado y explotado, cuando se desarrollan argumentos aparentemente
decisivos, como el
péndulo de Foucault para demostrar
la rotación de la Tierra o el experimento de Fizeau para demostrar que la luz se
desplaza más rápidamente
en el aire que en el agua. El producirlos
es parte de la ciencia normal y su función no se desempeña en el debate paradigmático sino en los libros de texto
posteriores a la revolución.
Antes
de que se escribieran esos libros de texto, mientras tiene lugar el debate, la
situación es
muy diferente. Habitualmente, los adversarios de un nuevo paradigma pueden legítimamente pretender que incluso en la zona de crisis
éste es muy poco
superior a su rival tradicional; por supuesto, resuelve mejor algunos problemas
y descubre algunas regularidades nuevas. Pero es probable que el antiguo paradigma pueda
articu-
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
243
larse para satisfacer esas condiciones,
como lo ha hecho antes con
otras. Tanto el sistema astronómico
geocéntrico de Tycho Brahe como las últimas
versiones de la teoría del flogisto fueron respuestas a desafíos planteados por un
nuevo candidato a
paradigma, y ambas tuvieron un éxito completo.15
Además, los defensores de la teoría y los
procedimientos tradicionales pueden casi siempre señalar problemas que su nuevo rival no ha resuelto pero que, desde el punto de vista de ellos, no son problemas en absoluto. Hasta el descubrimiento de la composición del agua, la
combustión del hidrógeno era un fuerte argumento en pro de la teoría del flogisto y en contra de Lavoisier;
y después del triunfo de la teoría del oxígeno, todavía no podía explicar
la preparación de un gas
combustible a partir del carbono,
fenómeno al que los partidarios del flogisto habían recurrido como apoyo firme para su
teoría.16 Incluso en la zona en
crisis, el balance del argumento y del
contraargumento pueden ser muy similares y fuera de esa zona, la balanza, con
frecuencia, favorecerá a la tradición. Copérnico destruyó una explicación mucho tiempo reconocida del movimiento de la Tierra, sin reemplazarla; Newton hizo lo mismo con una explicación más antigua de la gravedad, Lavoisier con las propie-
15 Con respecto al sistema de Brahe que, desde el punto de vista geométrico, era
absolutamente equivalente al de Copérnico, véase A History of Astronomy from Thales to
Kepler, de J. L. E. Dreyer (2a ed.; Nueva York, 1953), pp. 359-71. Con respecto a las últimas
versiones de la
teoría del flogisto y sus éxitos, véase "Historical Studies on the Phlogiston Theory", de J. R. Partington y D. McKie, Annals of Science, IV (1939), 11349.
16 Sobre el problema presentado por el
hidrógeno, véase
A Short History of Chemistry, de J. R. Partington (2a ed.; Londres, 1951), p. 134. Sobre el monóxido de carbono, véase Geschichte der Chemie, III (Braunschweig, 1845), 294-96.
244 RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES
dades comunes de los metales, y así
sucesivamente. En resumen,
si debe juzgarse un nuevo candidato
a paradigma desde el principio por personas
testarudas que sólo examinen la capacidad relativa de resolución de problemas,
las ciencias
experimentarían muy pocas revoluciones importantes. Añádanse los argumentos contrarios,
generados por lo que hemos denominado antes la inconmensurabilidad de los
paradigmas, y es
posible que las ciencias pudieran no sufrir revolución alguna.
Pero
los debates paradigmáticos no son realmente sobre la capacidad relativa de
resolución de
problemas aunque, por buenas razones, se expresen habitualmente en esos términos. En
lugar de ello, lo que se
encuentra en juego es qué paradigma
deberá guiar en el futuro las investigaciones que se lleven a cabo sobre problemas
que ninguno de los
competidores puede todavía resolver
completamente. Es necesaria una decisión entre métodos diferentes de practicar la
ciencia y, en esas
circunstancias, esa decisión deberá basarse
menos en las realizaciones pasadas que en las promesas futuras. El hombre que
adopta un nuevo paradigma
en una de sus primeras etapas,
con frecuencia deberá hacerlo, a pesar de las pruebas proporcionadas por la
resolución de
los problemas. O sea, deberá tener fe en que el nuevo paradigma tendrá éxito al
enfrentarse a los
muchos problemas que se presenten en su camino, sabiendo sólo que el paradigma
antiguo ha fallado en
algunos casos. Una decisión de esta índole
sólo puede tomarse con base en la fe.
Ésa
es una de las razones por las que resulta tan importante una crisis anterior. Los
científicos que no la hayan
experimentado, raramente renunciarán a las pruebas poderosas de la resolución de problemas para seguir lo que
fácilmente
RESOLUCIÓN DE LAS REVOLUCIONES 245
pueda resultar y será considerado como un
fuego fatuo. Pero la
crisis sola no es suficiente. Debe haber también una base, aun cuando no
necesite ser racional ni
correcta en definitiva, para tener fe en
el candidato particular que se escoja. Algo debe hacer sentir, al menos a unos
cuantos científicos,
que la nueva proposición va por buen camino y, a veces, sólo consideraciones
estéticas personales
e inarticuladas pueden lograrlo. Hay hombres que se han dejado convertir por
ellas, en momentos en los
que la mayoría de los argumentos
técnicos articulables señalaban en dirección opuesta. Cuando fueron presentadas por
primera vez, ni la teoría astronómica de
Copér-nico ni la teoría
de la materia de De Broglie tenían
muchos otros puntos importantes de atracción. Incluso hoy en día, la teoría general
de Einstein atrae a los hombres principalmente sobre bases estéticas, atractivo que pocas
personas fuera de la
matemática han podido sentir.
Esto no quiere decir que los nuevos
paradigmas triunfan
en definitiva mediante alguna estética mística. Contrariamente, son muy pocos los
hombres que abandonan
una tradición sólo por esas razones.
Quienes lo hacen, con frecuencia se dan cuenta de haber sido llevados a
conclusiones erróneas.
Pero para que un paradigma pueda triunfar
deberá ganar algunos primeros adeptos, hombres que lo desarrollen hasta el punto
de que puedan producirse y
multiplicarse argumentos tenaces.
E incluso estos argumentos, cuando son producidos, no son individualmente
decisivos. Debido a que los científicos son hombres razonables, uno u otro de los
argumentos persuadirán en
última instancia a muchos de ellos. Pero no existe ningún argumento único que pueda o
deba persuadirlos a
todos. Lo que ocurre, más que la conversión
de un solo grupo, es un cambio cada
246 RESOLUCIÓN DE LAS
REVOLUCIONES
vez mayor en la distribución de la
fidelidad profesional.
Al comienzo, un nuevo candidato a paradigma
puede tener pocos partidarios, y a veces
los motivos de esos
partidarios pueden resultar sospechosos.
Sin embargo, si son competentes, lo mejorarán, explorarán sus posibilidades y
mostrarán lo
que sería pertenecer a la comunidad guiada por él. Al continuar ese proceso, si el
paradigma está
destinado a ganar la batalla, el número y la fuerza de los argumentos de
persuasión en su favor
aumentarán. Entonces más científicos se convertirán y continuará la
exploración del nuevo paradigma. Gradualmente, el número de experimentos, instrumentos, artículos y libros
basados en el paradigma se
multiplicará. Otros hombres más,
convencidos de la utilidad de la nueva visión, adoptarán el nuevo método para
practicar la
ciencia normal, hasta que, finalmente, sólo existan unos cuantos que continúen
oponiéndole resistencia.
Y ni siquiera podemos decir que estén
en un error. Aunque el historiador puede encontrar siempre a hombres que, como Priestley, se mostraron irrazonables al resistirse durante tanto tiempo como lo hicieron, no
hallará un punto en el que la resistencia se haga ilógica o no científica. Cuando mucho, puede desear
decir que el hombre que sigue oponiendo
resistencia después de
que se hayan convencido todos los
demás miembros de su profesión, deja ipso
facto de ser un científico.
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